Los cuentos de Silvia

Por Clara Medina
29 de Mayo de 2016

Silvia Pérez Loose, autora de Aguajes y sequías.Hace 18 años, Silvia Pérez Loose publicó el libro de cuentos Una cortísima situación. Fue en 1998. Lo editó la Casa de la Cultura núcleo del Guayas. Con estudios de literatura en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, esta narradora y docente nacida en 1965 asistió a los talleres de los escritores Miguel Donoso Pareja y Jorge Velasco Mackenzie y ella misma creó en Salinas, con varias mujeres, el grupo literario Arena. Es una devota de la escritura y de la lectura. De la literatura en todas sus formas.

A casi dos décadas de haber publicado su primer libro, Silvia Pérez entrega hoy una nueva obra: Aguajes y sequías. Es un cuentario breve, que presentará en los próximos días, y que cuenta con un prólogo de la médica y escritora Karyna Arteaga, quien fue su compañera de colegio. “Hago votos por el éxito de tus relatos y espero que sigas escribiendo para deleite de quienes te apreciamos, pero sobre todo para quienes solemos ser felices leyendo buenas historias”, escribe Arteaga.

Aprecio de este libro su sencillez sin pretensiones. Son cuentos cortos y diáfanos, que plasman la cotidianidad, la rutina, la existencia de todos los días. En ellos no sucede nada extraordinario, ni tienen un final inesperado e impactante. Son narraciones de situaciones contadas desde el punto de vista de una mujer de mediana edad, que tiene hijos, que está casada, que ha leído y vivido. Las amigas del colegio, la música ochentera, los problemas con el auto, las vivencias con los hijos, con la pareja, la relación con el entorno, la anodina vida de oficina, las redes sociales, el ruido de los teléfonos, son varias de las temáticas. Pero no son historias vacías. Tienen calidez y un discreto encanto. Son como pequeñas crónicas cotidianas. Allí su valía.

Diecisiete cuentos integran esta obra, de los cuales recuerdo especialmente Olores nuevos y usados: “Los olores provocan reminiscencias tan nítidas, a veces más que las mismas fotografías. Todas las casas tienen su propio olor, yo me conozco de memoria el de las casas de mis mejores amigas. Los closets tienen sus fragancias, la ropa, las piyamas tienen impregnado nuestro humor nocturno. De pequeña me encantaba oler la piyama de mi madre, me daba cierta seguridad”. Otra narración que captó mi atención fue Siempre me han fascinado los mercados: “El mercado es una especie de morgue donde yacen animales comestibles muertos a quienes les hacen la autopsia delante del cliente. Ese olor crudo y recién fileteado me atrae y si sirve de consuelo, ese final es más digno que ser enterrados, olvidados y servir de festín a gusanos y ratas”.

La obra también trae unas palabras de la autora, en las que explica el porqué de este libro y del título Aguajes y sequías. “Será porque la misma vida es así. Por tiempos se desborda, por otros se vuelve adusta”, señala. Bienvenida sea esta nueva obra. Enhorabuena por este segundo libro. (O)

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