Miradas cruzadas
Entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, América del Sur fue el destino de muchas expediciones científicas europeas. Fueron años en los que nuestro continente despertó una intensa curiosidad de muchos estudiosos de la naturaleza en Londres, Berlín o París. El Nuevo Mundo se presentaba como una inagotable fuente de estudio para botánicos geólogos, y naturalistas, en general.
Humboldt y Darwin fueron dos de los más destacados científicos que exploraron nuestra región, y en más de una ocasión. Pero América no solo invitaba la curiosidad de científicos. Además de ellos –y en ocasiones con ellos– vinieron artistas pintores deseosos de plasmar en cuadros las agrestes selvas y los gigantes nevados.
En su novela, Si te viera con mis ojos (Alfaguara, 2015, 371 páginas), el escritor chileno Carlos Franz nos brinda una fascinante historia de amor y amantes, ambientada en el solitario Chile de mediados del siglo XIX. Los protagonistas son nada menos que el célebre Charles Darwin, y el pintor alemán Johann Moritz Rugendas, ambos enamorados de la aristócrata chilena Carmen Arriagada. Darwin visitó, en efecto, la nación araucana como parte de su largo viaje de exploración (1831-1836) que incluyó a las islas Galápagos. Y entre el pintor Rugendas y Arriagada hubo, en realidad, una apasionante relación amorosa, la que se plasmó en una extensa correspondencia. Las cartas de Carmen Rugendas son de una intensidad arrolladora, asombrosa para su época.
Es en la rivalidad de Darwin y Rugendas por el corazón de Carmen, donde el autor introduce algo de ficción. En todo caso, el resultado de este triángulo es una novela fascinante en la que trasciende el ambiente de nuestra América en los años agitados de la Independencia, así como la búsqueda de la mujer por nuevos roles. Sin embargo, las fricciones entre Darwin y Rugendas son en realidad el choque de dos visiones de la vida, la del artista y la del científico. La rivalidad entre ambos, que viene contada por Carmen, luego se transformará en una profunda amistad.
Según explica Franz, el nombre de la novela alude a “eso que los amantes del ayer, de hoy y de mañana sufren al imaginar cómo los estará viendo la persona amada. Qué encuentra de amoroso en ella o él. Es un juego de miradas cruzadas”.
En abril de este año, la novela que hoy recomendamos ganó la II Bienal de la Novela Mario Vargas Llosa. (O)