Sin argumento, sin tiempo
No es tan fácil clasificar Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick (1916-2007). En principio parecería ser una novela. Pero el lector pronto descubre que la obra, fascinante como es, carece de un argumento en particular. No hay en ella ni lógica, ni tiempo. Es un agregado de recuerdos, meditaciones y descripciones de personajes y circunstancias que quedan generalmente inacabados. “El tiempo: eso es otra cosa. Para el intelectual vacilante, los años vuelan como si fueran días, la vida se acorta con obras incompletas que amarillean. El ‘libro’ es una excrecencia que no crece, sino que se adhiere, se pega; un compañero tumoral hecho de las células corruptas del aprendizaje, la experiencia y el pensamiento”.
Si bien hay en el libro una fuerte dosis autobiográfica, la autora ha preferido relatarnos más bien sus impresiones sobre la vida de otros que se cruzaron por la suya. Gente que por lo general ha llevado una existencia escondida, vacía de heroísmos o pretensiones. Conserjes ignorados, lavanderas maltratadas, prostitutas de puebluchos, activistas radicales empobrecidos, escritores fallidos, profesores de piano sin hogar. Muchos de estos personajes son mujeres, la mayoría fallecidas (“Todas ellas se han ido, con todas sus preguntas sin respuestas”).
Umberto Eco –a quien recordamos días atrás en esta página– decía que la literatura está hecha sobre los perdedores, desde Héctor, el héroe de La Ilíada de Homero, y los personajes de Dostoievski, hasta Madame Bovary y Julian Sorel (Rojo y negro). “Hablar de los ganadores es aburrido. Los perdedores son fascinantes. Los ganadores son a menudo estúpidos debido a que generalmente ganan por accidente”.
El estilo de Hardwick es seductor. Su narración va como perdida, rumiando aquí y allá, divagando sobre el pasado, deteniéndose en algún detalle, en algún recuerdo, para volver a levantarse y seguir como tanteando. Su libro es un libro sobre la memoria en la tradición de Proust, y de cómo la memoria es capaz de moldearnos a nosotros, así como nosotros hacemos lo mismo con ella.
En sus páginas, la autora pone mucho énfasis en los lugares donde sus recuerdos parecen como anclados, especialmente Kentucky, su estado natal, y Nueva York con la que ella mantiene, como le sucede a muchos, una relación de amor y odio a la vez.
Originalmente editado por la New York Review of Books, Noches insomnes ha sido traducido al español y publicado nuevamente (2015) por la editorial Duomo de Barcelona, y puede ser ordenado a Casa del Libro en Madrid. (O)