Testigos de encrucijadas
Para evitar ir a la guerra de Argelia, un joven francés, del cual el lector poco sabrá, toma refugio en una localidad vacacional de aguas termales ubicada en la región de la Alta Saboya, no muy lejos de la frontera franco-suiza. Para ocultar su identidad, el joven finge ser descendiente de una familia de la aristocracia rusa, para lo que se hace pasar como el conde Chmara. El joven francés se registra en una pensión familiar donde lleva una vida bastante apacible.
La tranquilidad del llamado conde Chmara se ve interrumpida cuando conoce a Yvonne, una fascinante joven un poco mayor que él. Ella se presenta como una actriz que acababa de terminar de rodar un filme en esa localidad bajo la dirección de un artista alemán. Ambos se enamoran, y el romance que los envuelve viene narrado en primera persona doce años más tarde por el joven francés.
En Villa triste (Anagrama, Barcelona, 191 páginas), Patrick Modiano, el premio nobel de Literatura del año pasado, aborda uno de sus temas favoritos, los años sesenta en Francia; siendo el otro la ambigüedad con la que vivió su país los años de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Modiano, con su peculiar estilo de informar poco al lector sobre sus personajes, nos introduce a una sociedad que parece combatir el ocio con el aburrimiento y mostrar su opulencia con la decadencia. El Casino de la estación termal, las fiestas de bienvenida, los juegos de tenis, los concursos de belleza, las galas de noche, todo ello se presenta como una versión poco sofisticada de una Costa Azul donde algún día deambularon Francis Scott Fitzgerald y su esposa, Zelda, o el refugio de la Montaña Mágica de Mann. La fulgurante experiencia de los jóvenes amantes y sus apasionados encuentros se ven rodeados por una serie de excéntricos personajes, como es el caso del enigmático René Meinthe, que se hace llamar la Reina Astrid.
Yvonne parece ser parte de esta galería de esos seres misteriosos “que montan guardia en todas las encrucijadas de nuestra vida”. Como en muchas de sus obras, Modiano nos hace sentir en esta corta novela la frustración de nuestra memoria para recobrar el pasado tal como lo vivimos en su momento. Un pasado que pronto comenzará a confundirnos a medida que el joven francés lo va narrando, y vamos descubriendo sus contradicciones sin saber si lo que nos cuenta le sucedió años atrás o es algo que lo está viviendo mientras escribe. El lector lo dirá. (O)