Tres siglos de Rousseau
Jean Jaques Rousseau (1712-1768) es sin duda de los pocos pensadores y escritores que han dejado una huella profunda en el mundo moderno.
El pasado 28 de junio se cumplieron tres siglos de su nacimiento razón por la que en Ginebra, donde estuve de visita, hubo una serie de eventos en su memoria.
Fue un filósofo de la política que contribuyó, junto con Hobbes y Locke, aunque desde orillas opuestas, a cimentar la ideología del Estado moderno. Fue también un visionario que sembró la matriz intelectual de la Revolución Francesa. Y probablemente el pionero más importante de la actual pedagogía.
Pero, por encima de todo, Rousseau fue una de las fuentes de inspiración más importantes del Romanticismo. Como bien anota Terry Eagleton, mucho de lo que hoy podría llamarse como sensibilidad moderna se la debemos a él.
Es a partir de Rousseau que las historias de honor de las clases altas –del cual la literatura de la época se había ocupado bastante– van a ser desplazadas por el humanitarismo de las clases medias. Los hombres llorarán en público, los niños serán vistos como criaturas, la compasión y la piedad ocuparán el centro de la visión moral de la sociedad. La feminidad hará su presencia en esferas antes desconocidas.
Su autobiografía Confesiones es la primera exploración moderna por el continente desconocido del yo. Las experiencias personales del escritor vienen narradas de una manera íntima, introspectiva. El libro causó un impacto enorme en toda Europa. Fue como si de pronto la verdad objetiva que había estado en el centro del escenario cultural y que había tenido por protagonistas a Descartes, Hume y Kant, vino a ser destronada por las verdades personales y sentimentales como una experiencia creativa.
Pero es probablemente en su novela Julia o la Nueva Eloísa, publicada en 1760, donde Rousseau despliega con toda fuerza y estilo su enorme sensibilidad literaria. Narrada en forma epistolar, la novela explora los sentimientos de la pasión, el amor filial, la virtud, la amistad, la lealtad conyugal. Pero en sus páginas Rousseau no abandona su vocación de filósofo social por lo que hay una descripción de las artes, la literatura, la moda y hasta de los jardines.
Que este ginebrino de tanta sensibilidad romántica haya sido uno de los íconos del Iluminismo europeo es simplemente una evidencia más de la complejidad de este fenómeno histórico cultural que tanto ha influenciado nuestra vida contemporánea.