Una feria con escasos libros

Por Clara Medina
20 de Octubre de 2013

Fue presentado inicialmente como Festival Eros, Cultura y Civilización. Luego, mutó a Feria de Libro, Arte y Erotismo. Y con ese nombre se realizó del 10 al 15 de octubre pasados en Guayaquil. Pero aunque su nombre aludiera al libro, en realidad había pocos libros. Solo una minúscula muestra, que la sostenían Casa Morada, Rayuela, entre otras entidades.

Lo interesante de las ferias, a más de las actividades literarias, son los pabellones. La posibilidad de recorrer esos espacios llenos de libros para encontrarse con novedades editoriales o con reliquias, obras que habitualmente no se hallan en otros lugares. Descubrir autores. Hacer firmar ejemplares. O acceder a descuentos. Ese ejercicio fue casi imposible en la actividad organizada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio.

En la agenda que pretendió abarcar arte, música, teatro, danza, cine y literatura, la logística fue, en algunos casos, fallida. A la escritora Almudena Grandes (la participante más célebre de la cita y cuya invitación fue un acierto de la organización, al igual que la inclusión de otros autores), por ejemplo, le tocó esperar más de media hora en los exteriores del auditorio del MAAC. Ella estuvo puntual a las 19:30 del domingo pasado para intervenir en un conversatorio junto con la crítica literaria Alicia Ortega. Pero a esa hora la sala estaba ocupada con la proyección de una película. Tras la espera, el diálogo, finalmente, se dio.

Grandes y Ortega se embarcaron en una amena y documentada conversación literaria e histórica, hasta que en un instante de la jornada a la escritora se le hizo necesario decir que necesitaba agua. En la mesa no había. Y cuando luego de largos minutos alguien de la organización de la feria apareció con el agua, ya una persona del público le había pasado una botella a Almudena Grandes y el diálogo continuaba.

Episodios como estos se volvieron recurrentes. Cada uno de los asistentes, de los escritores o artistas participantes habrá sido testigo de alguno. La sensación que queda es que a una actividad no por nombrársela feria del libro automáticamente se convierte en eso. No es el nombre el que la define, sino lo que se genere en ella y cómo se lo gestione. De manera que aunque acabemos de asistir a la denominada Feria del Libro, Arte y Erotismo, quizá muchos coincidamos en pensar que a Guayaquil se le sigue debiendo una feria del libro en la que haya libros.

claramedina5@gmail.com

Twitter: @claramedinar

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