Franz Moser: ‘Aquí está mi casa’

10 de Mayo de 2015
Moisés Pinchevsky

Después de 19 años en el cargo, Franz Moser, gerente del hotel Hilton Colón de Guayaquil, se retira, pero seguirá en esta ciudad, su hogar.

Franz Moser en la zona de piscina de su querido hotel Hilton Colón de Guayaquil.

A menudo le preguntan al alemán Franz Moser en qué ciudad del mundo le ha gustado más para vivir, para llamar su casa.

La pregunta es lógica. Franz, nacido en Munich, en sus 22 años como hotelero en la cadena Inter-Continental residió en Colombia, Venezuela, Brasil, Jamaica, Curazao, Jordania, Pakistán y Bangladesh. Y durante cinco años laboró para Sheraton en Perú y Venezuela.

“Pero es fácil contestar esa pregunta. En otros lugares he estado como 1, 3 o 6 años, porque la compañía me transfirió. Pero en Ecuador he vivido durante 26 años. Los primeros 7 en Quito. Y 19 años en Guayaquil. ¿Dónde me ha gustado más? En Guayaquil. En Ecuador. Aquí me encanta vivir”, dice desde su oficina como gerente general del hotel Hilton Colón del puerto principal.

Franz se retirará este viernes de ese cargo, en el cual se ha mantenido desde la mismísima construcción de este centro de hospedaje del norte de Guayaquil. Él era gerente del hotel Colón en Quito, pero cuando se anunciaba la construcción de su hermano porteño, Franz se conectó inmediatamente al proyecto. “Tenía como 100 viajes al año entre Quito y Guayaquil. En este hotel quería dejar toda mi experiencia, especialmente en la distribución de los espacios”, comenta.

Así que, tras la inauguración de ese hotel, en febrero de 1997, aquí comenzó a disfrutar de una vida que ahora considera suya. Así que cuando alguien le pregunta si su retiro de la gerencia del Hilton Colón significa que abandonará la ciudad, Franz es enfático en responder: “No. Aquí es mi casa. Aquí me encanta vivir. Pero ahora aprovecharé para conocer Europa de turista”, dice Franz con una sonrisa.

Es cierto. Su larga conexión con Ecuador lo ha mantenido tan cerca de este país que se enorgullece de conocer muy bien nuestras ciudades. “Me encanta Quito, Loja, Cuenca. Tengo un departamento en Salinas”, comenta. Pero considera haber viajado poco por Europa, por eso desde el 21 de mayo hasta el 24 de octubre hará un recorrido por el Viejo Continente con su esposa Helga, su compañera de toda la vida, para pasear por Italia, Suiza, Francia, España, Portugal y Noruega.

Franz y su esposa Helga, “mi compañera de toda la vida”.

Viajero del mundo

Franz Moser nació en Múnich y desde los 19 años le provocó conocer el mundo. Así que en su primer viaje terminó en Bogotá, en donde consiguió un trabajo en la cocina del hotel Inter-Continental de esa ciudad.

Allí se dio cuenta de que la hotelería era lo suyo. Sería su mecanismo para aproximarse a la interculturalidad global que tanto ansiaba. Regresó a su ciudad natal, pero al poco tiempo retornó a este hotel bogotano como gerente de Alimentos y Bebidas.

Su permanencia en América Latina le enseñó a ser un hombre más abierto, pero sin perder el sentido de organización de la cultura alemana. Se convirtió, podríamos decir, en un alemán latinizado, que en Ecuador aprendió a disfrutar de los cebiches de camarón, a comer cangrejo y saborear un seco de gallina. También a admirar el río Guayas y a caminar por el malecón.

Pero lo que más le gusta de este país, enfatiza, es la gente. “Todos son amables, siempre me sentí bienvenido, aceptado”, dice alegre Franz, quien ha percibido esa cordialidad en presidentes de la república y alcaldes así como en la gente más humilde.

También le alegra que muchos excolaboradores que han trabajado con él en Guayaquil, ahora tienen buenos cargos en ciudades como Shanghái y Singapur. “Todos triunfan en el exterior”, lo cual habla bien de la escuela hotelera que han tenido con Franz.

Por eso, este alemán latinizado, o mejor dicho, ecuatorianizado, ahora planea aprovechar el tiempo libre para estar un poco más cerca de su hija Monika, quien gerencia un hotel en París, y su hijo Steffan, quien reside en Bogotá. También se alegrará de ver más a sus nietos.

Ahora es tiempo para la familia, dice Franz, también para seguir conociendo el mundo. Pero en octubre aspira a regresar nuevamente a Guayaquil, porque aquí está su casa, y para pasar también varios días en su departamento de Salinas, comiendo mariscos, viendo el sol caer sobre el océano y sintiéndose dichoso de que ha escogido al Ecuador como su hogar. (I)

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