Alarma adolescente
El suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 y 29 años, según datos de la OMS. Pero entre las chicas es la primera.
A medida que muchas sociedades comienzan a abrir el diálogo público en torno a los problemas mentales (y mientras muchas otras aún no lo hacen), expertos en salud pública alertan de la necesidad de confrontar una epidemia particular: el suicidio de los adolescentes, un problema “que ha estado envuelto en tabú durante demasiado tiempo”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Algunas tendencias sociales recientes –desde el ciberacoso hasta el “contagio social” que se alimenta de la cobertura sensacionalista del suicidio que hacen los medios– han tenido un impacto sobre este problema del que no se habla y, según los expertos, quizá hayan expuesto a los adolescentes a un riesgo mayor.
“El suicidio es un tema complejo y a menudo no hay una única razón por la que alguien decide quitarse la vida. Además, el suicidio en los adolescentes es una cuestión aun menos entendida e investigada”, dice Ruth Sutherland, directora de la organización sin fines de lucro Samaritans, que trabaja en la prevención del suicidio en Reino Unido.
Lo que sí se sabe, sin embargo, es que alrededor de 800.000 personas se suicidan cada año, según las cifras globales de la OMS. Y se estima que hay al menos 20 intentos fallidos por cada caso de muerte.
En algunos países las cifras más altas se registran entre los jóvenes, a tal punto que se ha convertido en la segunda causa de muerte a nivel global entre personas de 15 y 29 años. “Y si te fijas en las diferencias de género, entre las niñas de esa edad el suicidio se ha vuelto no la segunda, sino la primera causa de muerte”, apunta Alexandra Fleischmann, experta de la OMS.
Global, pero no igual
La más reciente valoración de la OMS sobre causas de mortalidad mundial (2012), confirma que el suicidio es un fenómeno global. Aun así, las curvas de distribución varían significativamente entre los países con ingresos altos y sus homólogos de ingresos bajos y medios. De hecho, el 75% de los suicidios en todo el mundo tiene lugar en el segundo grupo. Las diferencias de riqueza parecen tener un impacto particularmente fuerte sobre los adolescentes. Las muertes por propia decisión alcanzan el punto más alto en los jóvenes de entre 10 y 25 años de los países de ingresos bajos. Ese despunte drástico no es visible, en cambio, en las sociedades más ricas.
Diferencias de género
En términos de género, la tendencia mundial indica que se suicidan más hombres que mujeres. “Las chicas lo intentan más que los chicos, pero los chicos completan el suicidio más”, explicó Fleischmann.
“La noción de masculinidad y la manera en que la sociedad espera que se comporten los hombres son los principales motores detrás de esta diferencia”, agrega Sutherland.
Pero esta brecha de género se achica en los países pobres, donde las mujeres son más vulnerables y, por tanto, llevan a término los suicidios en mayor medida que sus pares con más recursos. Mientras que en los países más ricos se suicidan tres veces más hombres que mujeres, en las naciones de ingresos bajos y medios esa proporción es de 1,5 hombres por cada mujer.
A la cabeza de la lista
Más cifras disparan las alarmas de salud pública: en el sureste asiático, el suicidio es ahora la principal causa de muerte entre los jóvenes. En África la tasa de mortalidad por esta causa es de 9 por cada 100.000 habitantes, más alta que en cualquier otra región con excepción del sureste asiático (25 por cada 100.000).
“En las zonas rurales se elige el pesticida para quitarse la vida, un método muy mortífero, con el que no hay manera de recibir pronta asistencia”, explica Fleischmann.
Los expertos destacan que el suicidio no ocurre súbitamente “de la nada” y varios estudios académicos muestran que alrededor del 90% de los adolescentes que se quitan la vida tiene algún problema mental.
El desencadenante subyacente puede ir desde la depresión hasta la ansiedad, la violencia o drogas. Pero también puede ser un cambio en el entorno o las dificultades en el colegio, los problemas con los amigos o un conflicto de identidad sexual.
Los expertos sugieren estar atentos a las señales tempranas, como el aislamiento, los cambios de humor o los comentarios recurrentes sobre la propia muerte. Sin embargo, es importante entender que no todos los adolescentes que sufren de algún problema mental están en riesgo de quitarse la vida.
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Una pesadilla social
Según el Centro Estadounidense para la Prevención y el Control de las Lesiones (US Center for Injury Prevention and Control, en inglés), el acoso y el comportamiento relacionado con el suicidio están estrechamente vinculados, pero de una manera muy compleja.
“Limitar la discusión del tema a que el acoso en la causa única y directa del suicidio es potencialmente dañino; podría perpetuar la noción falsa de que el suicidio es una respuesta natural a ser acosado, lo cual tiene el peligroso potencial de promover un comportamiento de imitación”, indica un informe.
Otras evidencias sugieren que la cobertura mediática sensacionalista de casos de muerte trágica puede animar a la gente más vulnerable al ‘contagio social’, copiar el comportamiento suicida.
Una de las maneras en que la cobertura del suicidio en los medios puede tener un impacto positivo es animando a la gente a pedir ayuda, comenta Sutherland. Pero los asesores de salud pública creen que la primera tarea debería ser el desarrollo de amplias estrategias de prevención a largo plazo promovidas desde los mismos gobiernos.
Hasta ahora, solo 28 gobiernos disponen de planes nacionales de salud de este tipo, según la OMS. “Finlandia, por ejemplo, fue uno de los primeros países del mundo que desarrolló una estrategia de prevención del suicidio, y sus casos bajaron el 30% en una década”, dice la doctora Fleischmann.
Los cinco países con el índice de suicidio más alto de la región son Bolivia, El Salvador, Chile, Ecuador y Argentina. (F)