¿Se puede aprender a ser creativo?
Si nos fijamos en los grandes artistas, músicos o empresarios, puede parecer que la creatividad es un don que poseen unos pocos afortunados.
En los últimos años ha habido un creciente llamado a fomentar y enseñar la creatividad desde una edad temprana en las escuelas y universidades.
Y aunque el secreto para liberar el genio creativo sigue siendo esquivo, las investigaciones sugieren que es posible preparar la mente para que surjan ideas creativas.
Sandra Russ, psicóloga de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland, Ohio, ha pasado 23 años estudiando la manera en que juegan los niños estadounidenses cuando reciben dos títeres y tres bloques de construcción.
Russ descubrió que los escenarios en los que actúan los niños con los juguetes son más imaginativos en la actualidad que en cualquier otro momento desde la década del ochenta.
No obstante, los niveles de creatividad están disminuyendo en entornos de enseñanzas formales.
Evaluar la imaginación
Los resultados de las pruebas son hoy en día más bajos que en la década del 90. Esto podría deberse a que las pruebas estandarizadas estimulan a los niños a conformarse en lugar de valorar el rasgo de pensar distinto.
Jack Goncalo, de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, descubrió que las personas que están preparadas para distinguirse entre sus compañeros, posteriormente se desempeñan mucho mejor en una prueba de creatividad que aquellas que habían sido estimuladas a conformar un grupo.
Necesidad de crear
Gerard Puccio, de Buffalo State College de Nueva York, sostiene que nunca había sido más importante dotar a las personas de las habilidades de pensamiento creativo.
“Ya no es un lujo. Se trata de supervivencia”, dice. Las industrias florecen cuando prospera la creatividad y decaen cuando no lo hace. Un ejemplo es el contraste del crecimiento de Silicon Valley con el declive de la industria automovilística de Detroit.
Puccio preside el International Center for Studies in Creativity, que fue el primer departamento universitario de su tipo en el mundo.
Debe sus raíces a Álex Osborn, un ejecutivo publicitario que trabajó en la avenida Madison de Nueva York a mediados del siglo XX. Osborn fue cofundador de BBDO, la inspiración de la agencia de publicidad Sterling Cooper en la serie de televisión Mad Men.
Lluvia de ideas
Para obtener mejores ideas de su personal, Osborn comenzó a experimentar con métodos para provocar el pensamiento creativo: uno de los más conocidos que él popularizó fue la lluvia de ideas.
Al retirarse, se dio cuenta de que tenía más sentido impulsar la creatividad de las personas mientras aún reciben educación y esto condujo a la creación del departamento de Creatividad de Buffalo State College. Hoy en día existen cursos de estudios creativos en diversas universidades de todo el mundo.
¿Qué tipo de técnicas se enseñan? Puccio les enseña a sus alumnos que la creatividad surge en cuatro etapas: aclarar, idear, desarrollar e implementar.
Aclarar consiste en asegurar que se haga la pregunta correcta, idear consiste en explorar tantas soluciones como sea posible, desarrollar e implementar consisten en asegurar que la idea sea práctica y convincente para los demás.
De las cuatro, idear es quizás la etapa que implica de manera más evidente el pensamiento innovador. Es aquí donde entra en juego la técnica familiar de la lluvia de ideas.
Ejercicios prácticos
Uno de los métodos de Puccio para elaborar ideas es pedirles a los estudiantes que hagan una lluvia de ideas sobre un problema y luego las presenten con un objeto al azar, e insistirles en que encuentren una manera de conectarlo al debate.
“Se trata de forzar el cerebro a abandonar los viejos patrones y buscar otros nuevos. Eso ocurre con frecuencia cuando los inventores hacen un gran avance”, dice.
Las investigaciones científicas apoyan la idea de que ciertas actividades pueden preparar la mente para que halle soluciones menos obvias que las que surgirían de otra manera.
Los psicólogos lo llaman pensamiento “divergente”. Por ejemplo, Joydeep Bhattacharya, de la Universidad Goldsmiths de Londres, ha demostrado que las personas que se encuentran en un ambiente relajado tienen más probabilidades de encontrar soluciones creativas al resolver problemas.
Puccio también sostiene que la creatividad exitosa implica asegurar que las ideas sean prácticas y convincentes, es decir, las etapas de “desarrollo” e “implementación” de su método de cuatro pasos.
“La creatividad no es una licencia para ser estrafalario”, dice.
Malas ideas
Al hacer una lluvia de ideas, muchos creen que funciona mejor cuando no se critica ninguna idea, sin importar cuán disparatada sea.
“Eso siempre me molestó”, dice Charlan Nemeth, psicóloga de la Universidad de California en Berkeley. Descubrió que animar a las personas a debatir ideas e incluso criticarlas durante una lluvia de ideas genera ideas más útiles que cuando queda excluida la crítica.
No se trata de criticar porque sí, dice Nemeth. Pero si existen problemas reales con una idea, estos deben debatirse. “En definitiva, esto estimulará la toma de mejores decisiones y la solución de problemas de una forma más creativa”, dice.
Entonces, ¿qué significa todo esto para las escuelas? ¿Deberíamos desechar el aprendizaje de memoria y los libros de texto que se utilizan para preparar a los estudiantes para las pruebas estandarizadas? ¿Acaso se debería estimular a los niños a que dejen que sus mentes vaguen en lugar de concentrarse en el aula?
Problemas en el aula
Ninguna persona que se dedique a la investigación de la creatividad sostiene que los niños deberían dar rienda suelta a su imaginación en detrimento de comprender un tema. Después de todo, no se puede pensar “fuera de la caja” hasta que se entienda lo que hay dentro de ella. Pero debido a que las empresas del siglo XXI hacen hincapié en el valor de la creatividad de sus empleados, es importante que los docentes valoren este rasgo en sus estudiantes, lo cual es algo que los planes de estudios actuales desincentivan con frecuencia, dice Puccio. Es importante señalar que estas técnicas de creatividad no van a convertir a un niño promedio en un joven Einstein o Picasso.
Todo el mundo acepta que no se le puede enseñar a alguien cómo ser un genio. Se trata más de fomentar el pensamiento creativo cotidiano que puede hacer que los estudiantes y los trabajadores adultos sean más productivos. Puccio la denomina creatividad con “c” minúscula y está convencido de que es un talento que todos poseemos: “Usted es humano y tiene imaginación”, dice. “Está diseñado para ser creativo”.