Disciplina correcta en escuelas
¿Estricta o tolerante? Especialistas renuevan las maneras de aplicar la disciplina en estudiantes. Expulsados no siempre traen los beneficios que se esperan en su formación académica y personal.
Una revisión de la disciplina escolar reveló que la política de cero tolerancia desarrollada en los ochenta para detener el uso de drogas y reducir el comportamiento rebelde y violento en las escuelas no es tan exitoso como se pensó para la creación de ambientes más seguros para el aprendizaje.
Esas políticas, las cuales ordenaban que se castigara con severidad a los estudiantes que perturbaran la escuela sin evaluar primero la infracción o su causa, podría en realidad incrementar el mal comportamiento y aumentar las cifras de deserción estudiantil, según la Asociación Americana de Psicología (APA).
Hoy, la organización recomienda buscar maneras de mantener la disciplina de una manera más efectiva para mantener seguras las escuelas, mientras se elimina la necesidad de un castigo universal para la mala conducta.
Para obtener estos resultados, se investigaron los estudios de los últimos años para determinar si esta política había convertido las escuelas en lugares más seguros, pero sin tener que quitarles a los estudiantes su oportunidad de aprender.
Según el informe, las escuelas no son más seguras o más efectivas en aplicar la disciplina en niños que antes de que se implementara esta política de cero tolerancia, a mediados de los ochenta. La evidencia sugiere, incluso que esta política no incrementa la consistencia de la disciplina en las escuelas. Los índices de suspensión y de expulsión varían ampliamente e incluso, los estudiantes que son retirados de la escuela temporalmente podrían incrementar su necesidad de disciplina. Las escuelas con un índice de expulsión y de suspensión más alto tienen un ambiente poco satisfactorio e invierten la mayor parte de su tiempo, disciplinando a sus estudiantes. Esta política de cero tolerancia tampoco ha sido exitosa en disminuir los prejuicios raciales entre estudiantes.
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Tampoco considera los lapsus en el juicio o la inmadurez como un aspecto normal del crecimiento humano, dijo el profesor Cecil Reynolds. “Muchos incidentes que terminan en una acción disciplinaria ocurren por la actuación de un niño o adolescente en un momento de mal razonamiento en el que no tenía intenciones de lastimar. La política de cero tolerancia puede aumentar los desafíos naturales de la vida de un adolescente y posiblemente castigar a un estudiante más severamente de lo requerido. Se ignora el concepto de intención”.
Tener a un adolescente rebelde fuera del sistema escolar pone más estrés en las familias y en las comunidades. Según el informe, los padres u otros miembros de la familia con adolescentes que son suspendidos o expulsados de la escuela, terminan gastando más dinero, algunas veces en la cárcel, si sus hijos se involucran en el sistema de justicia.
El informe de APA no recomienda abandonar la estrategia de cero tolerancia, pero sugiere que con modificaciones se podrá conseguir su objetivo inicial, convertir las escuelas en ambientes más seguros para estudiantes y maestros. Se recomiendan los siguientes cambios:
Permitir mayor flexibilidad en la disciplina y confiar en la experticia de los maestros y administradores de la unidad educativa.
Usar la política de expulsión solo para los comportamientos más serios y rebeldes.
Orientar la disciplina a la gravedad de la infracción.
Desarrollar alternativas de aprendizaje efectivas para los estudiantes cuyo comportamiento amenaza la disciplina o la seguridad de la escuela. Pero también mantener a los estudiantes y a los profesores seguros.
Nota completa en http://apa.org/news/press