El historiador de nuestras orquídeas
Historia de Arcadio Arosemena, un guayaquileño que ha contribuido al conocimiento del desarrollo de nuestra orquideología.
La vida es una caja de sorpresas. Arcadio Arosemena Gallardo, guayaquileño de 86 años, jamás imaginó que sería autor del libro El Ecuador y sus orquídeas.
Todo comenzó en 1975 acompañando a su esposa, Carmen Robles Azcátegui, a las primeras reuniones de la Asociación Ecuatoriana de Orquideología.
Lo recuerda en su casa del Barrio del Centenario porque en el jardín su esposa –con esmero y pasión– cuida sus plantas, entre las que resaltan por sus exóticas formas y colores las orquídeas.
“A los dos siempre nos ha gustado la naturaleza, pero ella siempre ha tenido su jardín. La acompañaba a las reuniones de la Asociación, pero yo no soy cultivador, tampoco soy de las personas que asisten y están pasivas”, manifiesta, iluminado por la luz de esa mañana. “Comencé a interesarme en otro aspecto de las orquídeas. Empecé a leer sobre ellas y a aprender junto a los demás, porque todo el grupo aprendía”.
Recuerda que en 1977, cuando la Asociación era presidida por Max Konanz, él fue parte del directorio y empezaron a trabajar en el proyecto de crear el Jardín Botánico de Guayaquil. En esa época, la Asociación estaba conformada por 120 miembros, que después de diez años lograron hacer realidad ese sueño.
“Nos demoramos en construir el Jardín Botánico porque no tuvimos ningún apoyo estatal o municipal –explica–. Lo hicimos con los fondos que aportábamos los socios, por eventos que organizábamos con la colaboración de nuestras familias, amigos y la empresa privada guayaquileña”.
Actualmente no son más de 40 socios, la gran mayoría de la tercera edad. Cree que lamentablemente los jóvenes ya no se interesan por estos tipos de proyectos.
¿Cuál es la importancia de un jardín botánico?, indago y Arosemena comenta que toda ciudad tiene un jardín botánico con una muestra no solo de la flora nativa sino también de la introducida.
Refiere, por ejemplo, que los países nórdicos exhiben plantas occidentales en grandes edificios de cristal donde han creado el ambiente adecuado para que ellas vivan. “Pero aquí quisimos hacer un jardín botánico tropical donde todo lo que se exhibiese pudiera criarse abiertamente –explica–. Es la naturaleza la que va a entrar ahí. Así lo hicimos y hoy en el Jardín Botánico tenemos unas 700 especies diferentes y se cultivan arbustos, plantas medicinales, ornamentales, entre otros”.
Promueven la visita de estudiantes en general y los de ciencias afines que realizan sus pasantías durante la temporada alta, que es de mayo a diciembre. Los fines de semana asisten grupos familiares, pero preferentemente durante la época de verano porque en la actual, la invernal, el calor, las lluvias y los mosquitos espantan a los visitantes.
Manifiesta que el Dr. Calaway H. Dodson fue quien que le aconsejó: No hagas un orquideario porque no vas a conseguir el apoyo que necesitas, haz un jardín botánico.
Orquídeas de la Mitad del Mundo
Tras once años de asistir a tres exposiciones mundiales de orquídeas realizadas en Estados Unidos, Singapur y África, a Guayaquil le acreditaron la sede del evento más importante: la Exposición Mundial de Orquídea, edición 22, realizada del 7 al 12 de noviembre de 2017.
A este evento asistieron cuarenta países, se realizaron ochenta conferencias a cargo de ochenta conferencistas. A Guayaquil vino la élite de la orquideología mundial. Fue dicha exposición la oportunidad ideal para que Arcadio Arosemena presentara su obra El Ecuador y sus orquídeas, que es una contribución al conocimiento de la orquideología del Ecuador.
En 1988 Arosemena fue coautor junto a Roberto Estrada, Cecilia de Jurado y Max Konanz de la publicación del libro Orquídeas de la costa del Ecuador, en el que dieron a conocer 120 especies.
Dicha experiencia le sirvió para que en El Ecuador y sus orquídeas diera cuenta de sus 43 años relacionados con las orquídeas y plasmara unas memorias que nos recuerdan que Guayaquil fue la ciudad líder en la conservación de las orquídeas de nuestro país; luego se sumaron asociaciones de Cuenca, Quito, Loja y Puyo, como también diversos jardines botánicos.
¿Cómo fue el proceso de investigación y escritura de El Ecuador y sus orquídeas?, indago. “Dos años antes comencé a escribirlo y revisar mis archivos –expresa Arosemena, porque tenía todo un bagaje de información guardada”.
Asimismo investigó en bibliotecas: Club de la Unión, Biblioteca Municipal y Archivo Histórico del Guayas, todas ellas lo nutrieron. Además la doctora Flor de María Valverde le abrió su archivo, biblioteca y lo orientó.
“Demoré dos años en la redacción y entregué la información a mi hijo Arcadio y a mi nieta Carol, que se encargaron de diseñar el libro”. Comenta que ha recibido muy buenos comentarios.
“En mi libro he puesto la semilla y más que nada me refiero a la Asociación de Guayaquil –reflexiona–. Los miembros de otras ciudades son quienes deben completar la obra, especialmente los de Cuenca, Quito y Loja”.
Arcadio Arosemena resalta que cuando la Asociación cumplió treinta años sus miembros realizaron una campaña para nombrar a la orquídea emblemática del Guayas a la Epidentrum bracteolatum y la de Guayaquil a la Encyclia angustiloba, que es oriunda de la sabana de nuestra ciudad.
Cuando indago si prepara una nueva publicación, Arcadio Arosemena, el historiador de nuestras orquídeas, expresa: “Estoy descansado, creo que otras personas más jóvenes deben seguir adelante. La vida es una caja de sorpresas repletas de orquídeas”.