Juan Coba: Un teatro para la comunidad
Juan Coba y Arawa no solo están en salas convencionales, sino en sectores populares de Guayaquil y otras ciudades.
Primera escena. Un joven cantante abandona sus estudios y sueña ser famoso en el programa de aficionados Puerta a la fama de Canal 4, hasta que un día en la pared de la Casa de la Cultura lee un cartel: ¿QUIERES SER ACTOR? Acude, lo aceptan por su presencia escénica pero le advierten: Tienes que volver a estudiar, en el teatro hay que leer, aquí la gente es preparada, el teatro no es para ser divo.
Así, Juan Coba Caiza arribó a la Escuela de Teatro, organizada y fundada por la actriz Ilonka Vargas, graduada en la Unión Soviética. En esa escuela de excelentes maestros, se graduó después de tres años. “Yo no sabía absolutamente nada. Era un cantante bohemio que chupaba licor Cristal con limón. Con la escuela de teatro fue cambiando mi manera de pensar”.
Esa mañana la conversación se da en la sala de Arawa, grupo de teatro que creó en 1983 en el seno de la Universidad de Guayaquil. Me cuenta que el nombre del grupo no es un invento suyo sino que nació de un error, porque creía que en quechua significaba teatro, y significa horca. “Me faltó la ene –Aranwa– pero con los compañeros del grupo, inicialmente compuesto por estudiantes y trabajadores de la facultad de Psicología, decidimos mantener ese nombre”. En esos años iniciales por discrepancias con los directivos de la facultad, Coba y su grupo fueron a parar con su arte a las zonas populares de Mapasingue. Retornaron en 1996 durante el rectorado del abogado León Roldós. “Desde entonces el grupo comenzó a desarrollarse”.
Es cuando Arawa realiza el primer Entupe (Encuentro Nacional de Teatro Universitario y Politécnico del Ecuador), que el año anterior cumplió 20 años. Evento que siempre se organiza la última semana de noviembre.
Si Entupe es un evento para grupos de teatro universitario, Arawa a partir del 2003 organiza Entepola –Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano–, una réplica de un evento cultural que nació durante la dictadura de Pinochet en los sectores poblacionales de Chile. Acá se realiza en julio en homenaje a las fiestas patronales de Guayaquil. “Nosotros preferimos que vayan 100 personas, a tener 600 y no cedimos, ofreciéndoles teatro, danza, música: grupo de danza folclórica Retrovador, Héctor Napolitano, un grupo de danza button, etc.”, manifiesta. Y remata: “Uno de nuestros objetivos es la formación de un público crítico. Siempre se cree que no debes llevar algo de mejor calidad, porque al pueblo no le importa y le llevas cualquier cosa. ¡No!, nosotros creemos que debe ser lo mejor”.
La realidad es el alimento
En el 2004, el grupo de teatro Arawa logra que el Consejo Universitario le entregue un espacio junto al parqueadero de la Casona Universitaria (Chile y avenida Olmedo) para actividades y ensayos. “Esto era un espacio abandonado, una ratonera, bodega de los señores de la Bahía, nosotros como grupo lo convertimos en lo que es ahora: un espacio cultural alternativo con capacidad para 80 personas”, manifiesta Coba, y añade que cuando hay funciones, el ingreso es gratuito.
Expresa que siempre se ha acusado al teatro universitario de mediocre, pero que ellos siempre han luchado para mejorar la calidad de sus trabajos.
Desde el 2009, Arawa empezó a transformarse en un grupo profesional de teatro. Proceso que se fue dando en talleres de dramaturgia con el grupo argentino El Baldío, también acudiendo a una convocatoria de Santiago Roldós y su grupo Muégano, talleres con Santiago García, del grupo La Candelaria de Colombia; Arístides Vargas y Charo Francés. En un momento se unieron Arawa y Muégano para después de un año y medio montar en homenaje a Bertold Brecht El viejo truco del círculo de tiza. Luego cada grupo siguió con su ruta. Muégano creó Karaoke y Arawa Soliloquio épico y coral, escrita por el integrante Aníbal Páez. La más reciente obra de Arawa es Celeste, en homenaje a Guayaquil. “Crearla fue un compromiso con nuestra ciudad”, manifiesta. Actualmente el grupo Arawa está integrado por cinco actores, entre ellos, dos hijos de Juan: María y Juan Antonio. Actualmente en su repertorio están Soliloquio épico y coral y Celeste, ambas de sesenta minutos.
Última escena. Se da cuando le pregunto a Juan Coba, quien alguna vez quiso ser famoso, hasta cuándo va a seguir batallando en el teatro, y responde: “Siempre digo: los obstáculos son los que nos permiten avanzar; por ejemplo, esta sala la hemos hecho con nuestros propios recursos, con nuestras manos, una parte la dio la universidad; lo que tú construyes tiendes a defenderlo, lo que no construyes, no importa”. Cae el telón. (I)