El libro de Euclides y la Biblia
“Fue uno de los grandes eventos de mi vida, tan deslumbrante como el primer amor”. Así describió Bertrand Russell –el pacifista, matemático, filósofo y autor ganador del Nobel de literatura en 1950– de su primer encuentro con los Elementos de Euclides, a los 11 años.
Y Albert Einstein, quien cuando niño tenía una copia de los trece libros que componen el tratado, que atesoraba, también era un entusiasta. “Si Euclides no logró encender tu entusiasmo juvenil, no naciste para ser un pensador científico”, dijo.
Aparecido alrededor del siglo 300 a.C. en Alejandría, Egipto, Elementos se instaló como una de las obras de matemáticas más importantes y sigue arraigada en todo lo que los matemáticos hacen hasta hoy en día.
Tanto, que Marcus du Sautoy, profesor de matemáticas y titular de la cátedra Simonyi de Difusión de la Ciencia en la Universidad de Oxford, equipara su exploración de los números primos al descubrimiento del átomo. En los Elementos, por primera vez, había argumentos lógicos que explicaban la razón de que algunos conceptos matemáticos funcionaban siempre, en cualquier situación.
Se convirtió en la esencia de la enseñanza y comprensión de esta ciencia por más de 2.000 años. “Las matemáticas existían desde al menos 2000 a.C. Los egipcios y babilonios usaban una clase de matemáticas”, recuerda Du Sautoy. “Pero lo que vemos en Elementos es muy diferente. Anteriormente había matemáticas muy prácticas, resolvían algunas ecuaciones o encontraban ejemplos del teorema de Pitágoras. Elementos es el principio de la matemática como una asignatura analítica y deductiva. Dejó de tratarse solo de ejemplos para pasar a ser la búsqueda de verdades universales”, explicó el experto. (I)