Un siglo del tiempo perdido de Proust

17 de Noviembre de 2013
EFE

Las letras francesas rindieron un homenaje a Marcel Proust cuando se cumple un siglo de la aparición de Por el camino de Swann, un manuscrito inicialmente rechazado que abre En busca del tiempo perdido, una obra monumental que se convirtió en uno de los textos literarios más influyentes del siglo XX.

Hace exactamente cien años llegaba a las librerías francesas el primer tomo de esa excelsa y suntuosa obra de siete volúmenes y casi cuatro mil páginas que el propio Proust comparó con la estructura de una catedral gótica.

El literato escribió Por el camino de Swann tras la muerte de sus padres, mientras su delicada salud se deterioraba por el asma y la depresión y encerrado en una habitación forrada de corcho en el número 102 del bulevar Haussmann de París, donde permaneció voluntariamente recluido del mundo durante quince años.

El resultado, que le valió el premio Goncourt, fue una novela dividida en tres partes, con una factura innovadora y moderna, regada de interminables descripciones y evocaciones, que rastrea un laberinto de recuerdos desde la “memoria involuntaria”, según acuñó el autor.

Proust teje un aplaudido retrato de época desde un escrupuloso análisis de los personajes, como el amor de Swann por Odette de Crécy y el desprecio que las familias de alta cuna sienten por la muchacha, y de escenas cotidianas instaladas en el recuerdo infantil, como los paseos y entretenimientos aristocráticos. “Mucho tiempo he estado acostándome temprano”, escribe al inicio de su obra Proust, que traza en ella el célebre pasaje sobre las magdalenas, que le recuerdan al mundo en el que vivía.

Proust también exploró ampliamente en sus páginas las relaciones entre hombres y mujeres del mismo sexo, gesto poco o nada habitual en las páginas publicadas hasta entonces, pero vivió en secreto su propia homosexualidad.

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