Bonsáis: El arte de la paciencia
El Club Bonsái Guayaquil celebrará 30 años de practicar y difundir esta técnica milenaria en la ciudad.
La majestuosidad completa de un árbol puede estar sobre la palma de la mano. No le hablo de un acertijo, sino de una forma de naturaleza enigmática que ha enamorado a todos quienes se han dedicado al cultivo de bonsáis.
La palabra se refiere a un conjunto de técnicas que reducen el tamaño de árboles y plantas, para conservarlos con casi todas sus características dentro de su propio jardín. No se trata, entonces, de una especie de árbol genéticamente modificada, como creíamos algunos ‘iletrados’ en los asuntos de los árboles a pequeña escala.
Estas y otras confusiones son aclaradas por el Club Bonsái Guayaquil, institución que en 1984 tomó la iniciativa de difundir los conocimientos acerca del bonsái y compartir con todos quienes asisten a sus cursos, talleres y exposiciones su afición por este arte que orquesta el encanto de una planta y la paciencia y dedicación del ser humano.
Del viernes 19 de septiembre al domingo 21, la agrupación amante de los bonsais festejará sus 30 años de existencia con una exposición denominada Conservando la naturaleza. El evento se realizará en el auditorio de la Plaza Rodolfo Baquerizo Moreno, frente al Guayaquil Tenis Club.
Por el aniversario, las socias han preparado una serie de actividades para todo público, cuenta Beatriz Vargas Landívar, presidenta del club. Entre ellas consta la exhibición de colecciones privadas de bonsaistas y la muestra denominada Flora Guayaquilensis. Gloria Estrada de Molina, directora de montaje, aclara que se trata de la presentación de especies de plantas nativas de la antigua Provincia de Guayaquil (lo que actualmente forman Guayas, Manabí, Los Ríos y El Oro) manipuladas con la técnica de bonsái.
“El bonsái permite rescatar la naturaleza. Árboles que están en peligro de extinción se pueden conservar de esta manera, se los preserva y reproduce en un ambiente sin peligros”, explica Estrada. ¿Se imagina un ceibo o un guayacán adornando una mesita de café? No solo ellos, sino algarrobos, samanes, cascoles, bálsamos, palo santos, barbascos, porotillos, aromos del cerro, frondosos e imponentes árboles pertenecientes a bosques tropicales, llanuras y manglares de nuestra región, también serán exhibidos en su versión miniatura.
La celebración del Club Bonsái Guayaquil incluye, además, la participación del maestro bonsaista venezolano Roberto Serbanescu, quien dirigirá un taller sobre bosque y saikei, estilos de bonsái que recuerdan a un paisaje de la naturaleza y que les otorga una apariencia propia.
Pilar Espinel de Dejo, una de las fundadoras del club, recomienda a los más jóvenes involucrarse en este pasatiempo, “porque podrán ver el fruto de su trabajo, así como lo hicimos nosotras después de 30 años”. Para las bonsaistas, entregarse a este arte milenario de origen chino (aunque la palabra proviene de Japón) significa un pasatiempo relajante, con el cual llegan a sentir paz interior o estar conectadas con Dios, resaltan Vargas y Estrada.
Es por eso que estos árboles, aunque sean pequeños en tamaño, son inmensos para ellas.