Energía cultural
La música y el baile de la marimba son solo una parte de la rica cultura afrodescendiente, pero por ser muy llamativos, se los utiliza para “enganchar” a las nuevas generaciones que están creciendo lejos de sus raíces, para inculcarles las tradiciones y costumbres de su pueblo.
Es así como han surgido, desde hace varios años, escuelas de marimba en sectores como la isla Trinitaria, Cristo del Consuelo, Viernes Santo, la 25 y la L, Monte Sinaí y otros barrios donde se asientan los afrodescendientes, que constituyen el 5,94% de la población de Guayaquil, según datos del INEC del censo realizado en el 2010.
En el sector del parque acuático Viernes Santo, caía la noche y en la calle ya estaban dispuestos bombo, cununo, maracas, guasá y marimba, instrumentos con los que el grupo Anjoa se preparaba para participar en los próximos días en un festival afro. Niños y jóvenes conversaban y reían, y de a poco se iban sumando quienes venían del colegio o el trabajo. Había chicas con polleras blancas y jóvenes marcando el son con los instrumentos, más allá estaba Hanna, una pequeñita de unos 3 años que empezaba a imitar la cadencia de las adolescentes. En eso llegó Orlin Montaño, quien relató que con la organización social y cultural Anjoa viene trabajando desde hace nueve años. La inició en la Facultad de Educación Física de la Universidad de Guayaquil, cuando estudiaba esa carrera. “Luego vino la necesidad de formarlo acá porque sentimos que había que involucrar más a los chicos de estos sectores y mantenerlos ocupados en actividades positivas”. El grupo tiene 18 integrantes jóvenes y 22 niños.
Mientras tanto, en el sector denominado Nigeria (cooperativa Independencia 2) de la isla Trinitaria, otro grupo ensayaba en la casa de don Washington Angulo. Allí, el programa salesiano Chicos de la Calle ejecuta un proyecto comunitario que consiste en dar apoyo en tareas y refuerzo escolar a los niños del sector durante la mañana y tarde, con la ayuda del grupo Reviviendo los tambores, liderado desde hace trece años por Carlos Valencia, quien refirió: “En las noches hemos logrado constituir un grupo de chicos para que conozcan y practiquen valores de la cultura afro, que deberían ser inculcados como parte de su educación, pero nos hemos dado cuenta de que eso no ocurre en las escuelas del país”. Y añadió: “Al pueblo negro lo caracteriza su alegría, su solidaridad, su ritmo, su sabor, su sazón, su manera de ver las cosas; tiene otra perspectiva del mundo... a pesar de todas las dificultades que tenemos, de todas las cosas que hemos vivido, las cosas que hemos pasado, la gente todavía con esa alegría transmite esperanza. Yo creo que es lo importante”.
Aprenden a tocar los instrumentos de oído y así también a entonar las canciones que acompañan el baile de los diferentes ritmos. Bambuco, Caderona, Torbellino, Batuquiano, Manteca de iguana, Mapalé, Changó, Anderele, La Changa, La caña de azúcar, El Trapiche, arrullos y cantos tradicionales... “son historias que sucedieron en la zona norte de Esmeraldas y que las hemos querido constituir en música, en danza, para que los chicos no pierdan esas costumbres, esos mitos y leyendas, que deben ser parte de su formación”, expresó Valencia con tono emotivo.
Parte de la razón de ser de las escuelas también es difundir esta expresión cultural a otros públicos, con presentaciones en festivales, fiestas barriales, cumpleaños, en escuelas, colegios, fundaciones, empresas, etc. También han emprendido la fusión de lo tradicional con lo nuevo, por ejemplo, la salsa con el reggaetón, “eso les llama más la atención y se van involucrando, y una vez que ya están dentro se dan cuenta de que lo que en realidad están haciendo es el rescate de una cultura, o sea lo que llamamos actualmente la revitalización cultural”, indicó Montaño, y contó sobre el proyecto que está desarrollando: “Un centro de desarrollo cultural, porque ensayamos en la calle, no tenemos un lugar donde hacerlo con tranquilidad; estoy en conversaciones con el Municipio de Guayaquil para ver qué posibilidad hay de que me puedan ayudar... a más de prepararlos en lo que es música, danza, vamos a tener teatro, gastronomía, elaboración de artesanías, un museo de instrumentos autóctonos, elementos de cacería, pesca; un museo completo referente a la cultura del pueblo afro”.
El gran día para el que se estaban preparando las escuelas llegó: el sábado 31 de agosto, en la Plaza Colón, junto a Las Peñas, un nutrido y entusiasta público las recibía con aplausos y alboroto. El Séptimo Encuentro Internacional de Música, Danza y Gastronomía Afro Nuestra Herencia, organizada por la Fundación Unificación, con el auspicio de la Dirección de Acción Social y Educación del Municipio de Guayaquil, rendía homenaje a la memoria de Luis Klinger Sevillano, por su esforzada trayectoria en favor de la difusión de la cultura afro.
“Si toda la gente que se fue a la ciudad para estudiar y aprender de los otros regresa donde los viejos para saber, quiere decir que los negros estamos retomando el timón de nuestra historia”, Guillermo Ayoví, Papá Roncón. (Tomado del libro Papá Roncón, historia de vida, de Juan García Salazar.
La marimba representa ese estímulo que no nos deja perder nuestros valores ancestrales del pueblo negro. Porque un pueblo o una persona sin identidad, sin historia, no sabe adónde ir”,
Carlos Valencia