Las ventajas de jugar al aire libre
Imagine que se tratara de una alerta urgente en su dispositivo. Jugar al aire libre y no en un tableta traerá más ventajas a los más pequeños.
¿Le ha dado alguna vez su teléfono o tableta a un niño para que “se entretenga”? Aunque es cierto que estos nativos digitales desarrollan rápidamente la destreza necesaria para manipular estos dispositivos, el tiempo que le dedican puede estar separándolos del aire libre y del contacto con la naturaleza.
Pero no. La culpa no es de la tecnología, afirma María de Lourdes León Mosquera, psicopedagoga de Consultorio Educativo. “La responsabilidad es de los padres, ellos son quienes establecen los límites en casa, entre esos está el tiempo que un niño puede pasar frente a cualquier aparato tecnológico”, dice. Y tampoco se puede acusar a la inseguridad. “Siempre es posible llevar a un niño a jugar al aire libre, ya sea en un parque o en el patio de la casa. Simplemente es necesario tener disposición y paciencia”, agrega. “Hoy en día vemos cómo muchos padres utilizan la tecnología como un tranquilizante, para que ya no molesten; si el niño está inquieto, la solución es darle el celular o la tableta”.
La psicóloga clínica y orientadora familiar Mónica Llanos de Mora coincide: “El jugar en exteriores o al aire libre no puede ser reemplazado por ninguna actividad interior por muy divertida o segura que sea. Si bien el uso de la tecnología ayuda a los niños a desarrollar destrezas manuales y agilidad mental, afecta otras áreas como el desarrollo físico, emocional y social”.
A continuación, las dos especialistas comentan algunas razones para reducir la descarga de juegos virtuales y actualizar la diversión en la vida real:
• La recreación del niño al aire libre, a más de ser una actividad de esparcimiento, es una oportunidad de aprendizaje y desarrollo. Que puedan desplazarse en lugares abiertos, con la naturaleza, contribuye al desarrollo de habilidades y destrezas: sus sentidos; motricidad gruesa y tonicidad muscular (piernas, brazos, manos); la coordinación motora (brazos y piernas), al saltar, correr, pedalear; lateralidad (derecha-izquierda); ubicación témporo-espacial; sensibilidad y aprecio a lo natural.
• El contacto con la naturaleza y sus diferentes elementos contribuye a su sistema inmunológico y respiratorio.
• El ser humano empieza a descubrir desde que nace. Si un niño pasa todo el día dentro de casa, no tendrá la oportunidad de experimentar con lo que está a su alrededor y de descubrir por sí mismo y con preguntas.
• Preguntas como qué es una flor o cómo son las hojas de los árboles se responden a través de los sentidos, pasando así del pensamiento concreto al pensamiento abstracto. Además intervienen y se fortalecen destrezas como la atención, la memoria, el razonamiento y, por supuesto, la motivación para seguir descubriendo y aprendiendo.
• El sedentarismo, aparte de contribuir a la obesidad y enfermedades relacionadas, crea en los niños una sensación de fatiga, pesimismo, poca agilidad física y mental. Esto limita su imaginación y oportunidades de relacionarse con el entorno y con otros.
• Los espacios abiertos permiten que el niño explore por sí mismo su entorno, lo manipule; descargue su energía de forma positiva; se relacione con otros niños y cree situaciones y juegos con los objetos de la naturaleza, despertando así la creatividad y sensación de bienestar.
• Jugar con otros niños beneficia su desarrollo integral. No se trata solo de jugar, sino de aprender de los demás. En un juego con otros niños se aprende el respeto, trabajo en equipo, control de emociones y además se desarrolla la comunicación, el pensamiento lógico.
• El poco o mucho tiempo que los padres compartan con los hijos debe ser aprovechado al máximo, pensado en las necesidades e intereses de los niños y no en la de los adultos. Por ejemplo, reemplazar una salida al cine por una salida al parque.
• En la escuela es más fácil que un niño se conecte con la naturaleza y su entorno. Los profesores siempre usan el patio para alcanzar diferentes objetivos. (Muchas veces los niños ni siquiera se dan cuenta de que están aprendiendo algo nuevo, simplemente creen que juegan). En casa, lo primero que se necesita es predisposición por parte del adulto. Los juegos pueden crearse con materiales tan simples como una lupa, tizas, pelotas, agua, arena, piedras, entre otros.
• Los juegos al aire libre divierten, liberan, oxigenan y permiten ser uno mismo. Y practicándolos, los niños desgastan mucha de la energía que poseen.
• Se los puede llevar a un parque por lo menos un día a la semana y, bajo supervisión, dejar que se desplacen a su voluntad y exploren el entorno. Otra alternativa es realizar juegos al aire libre en familia o llevar a los niños en sus vacaciones a diferentes ambientes de la naturaleza: playa, montañas, costa, selva, cascadas zoológicos, entre otros.
• Es importante no criar a los hijos como esclavos de una pantalla. Es abrumador ver que viajan por la carretera viendo películas, en lugar de ver el paisaje.
Se los debe educar para que sean seres sociables, críticos y creativos. (D.L.) (I)