Los puertos de EE.UU. se preparan
En el 2015 el Canal de Panamá acogerá el paso de los postpanamax, unos gigantescos barcos de carga o pasajeros que actualmente no pueden pasar por allí debido a su tamaño. En EE.UU. ya están ampliando sus atracaderos.
Las cuatro grúas se alzan grandiosas sobre el puerto en Baltimore, a 14 pisos de altura. Recién desembarcadas del buque de China y que hoy se preparan para las operaciones, las máquinas de $ 40 millones son parte de la apuesta de que cuando los cargueros extragrandes empiecen a pasar por el canal de Panamá ya ampliado en el 2015, Baltimore será uno de los pocos puertos en la costa este de EE.UU. que estará listo para recibirlos.
“Pensamos que va a ser un gran logro para nosotros”, dijo James J. White, el director ejecutivo de la Administración de Puertos de Maryland. Esta idea de que el nuevo conjunto de esclusas que se construyen para permitir el paso de embarcaciones enormes por el canal de Panamá traerán riquezas a 1.600 kilómetros o más al norte, la comparten ejecutivos industriales y funcionarios gubernamentales a lo largo de la costa oriental y el golfo de México, que han estado promoviendo durante años proyectos portuarios multimillonarios, y, en algunos casos, de miles de millones de dólares.
El gobierno de Obama ha estado apresurando los procesos de revisión para desarrollar y hacer más profundos algunos puertos, incluidos los de Nueva York y Nueva Jersey; Charleston en Carolina del Sur; Savannah en Georgia, y Jacksonville y Miami en Florida.
En diferentes ciudades de EE.UU.
Las grandes embarcaciones –conocidas como pospanamax e, incluso, superpospanamax– ya están bajo uso intensivo en todo el mundo, e integran 16% de la flotilla de cargueros, pero representan 45% de su capacidad, según un informe de julio del 2012 del Cuerpo de Ingenieros de la Armada de EE.UU. Y “se proyectó que esas cifras aumentarán en forma significativa en los próximos 20 años”, dijo el mayor general Michael J. Walsh, subgeneral al mando para operaciones civiles y de emergencia del Cuerpo, al dar a conocer el informe.
Ya surgieron algunos ganadores de la carrera que comenzó cuando se anunciaron los planes para la expansión en el 2006. El puerto de Virginia, en Norfolk, ya está listo para recibir ahora a los grandes barcos. Y también Nueva York está preparada, gracias a un enorme proyecto de dragado que comenzó hace 13 años.
Sin embargo, todavía hay retos y gastos importantes para casi cada puerto en el juego, incluida la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, que planea gastar $ 1.000 millones para elevar 20 metros la calzada del puente Bayonne para permitir el paso de los barcos gigantes rumbo a Newark y Elizabeth en Nueva Jersey.
Baltimore, que ya tiene un canal de 15 metros, tiene un cuello de botella en tierra: el túnel de la calle Howard, por el cual tienen que pasar los trenes que van al puerto, y que es demasiado chico para acomodar a los vagones de carga de doble estiba, que son cada vez más la norma en los fletes ferroviarios.
Miami está metiendo $ 2.000 millones para mejorar sus puertos; el Cuerpo de Ingenieros de la Armada aprobó su proyecto de dragado en abril, y el ayuntamiento construye un túnel que costará aproximadamente $ 1.000 millones para crear una conexión crucial entre el puerto y la red de carreteras interestatales.
Savannah se prepara para avanzar con un proyecto de $ 652 millones para tener más profundidad, mientras que la legislatura de Carolina del Sur asignó $ 300 millones para dragar en Charleston. Un plan para que las dos ciudades se unan en un puerto común está prácticamente detenido.
¿Es beneficioso?
Los grandes barcos también llegarán por lugares más allá de Panamá: se espera que muchos lo hagan del sudeste asiático a través del Canal de Suez, y de los puertos orientales de Sudamérica.
Sin embargo, se han planteado interrogantes más fundamentales sobre los beneficios reales del comercio entrante, en especial, los efectos del nuevo tráfico del canal.
En general, transportar bienes por agua es más barato que por tierra debido a las economías de escala de mover tantos contenedores en esas enormes embarcaciones, notó John Martin, un consultor en puertos en Lancaster, Pensilvania. Así es que eso sugeriría que se ofrecerán fletes más baratos a las costas este y oeste en las rutas del Canal de Panamá.
Sin embargo, notó, los contenedores cargados en la costa oeste, que tiene patios de carga e infraestructura carretera y ferrocarrilera, pueden aventajar a los que viajen por agua a la costa este, y eso puede marcar la diferencia cuando la velocidad y la confiabilidad son más importantes que el puro costo.
Además, agregó, pueden cambiar los costos y las tarifas; se puede esperar que Panamá aumente considerablemente las tarifas del paso por el canal, y “los ferrocarriles no se van a quedar con los brazos cruzados” para dejar que la ruta marítima les reduzca su negocio.
Scudder Smith, un consultor de la consultoría en ingeniería Parsons Brinkerhoff, dijo que un paso marítimo, “si todas las cosas son iguales, causará reducciones en los costos, pero no todas las cosas son iguales y, entonces, no confío para nada en ninguna cifra”, agregó.
Ese podría ser el porqué J. Christopher Lytle, director ejecutivo del puerto de Long Beach, no suena nada preocupado. “Simplemente, no va a haber un gran movimiento de carga de la costa oeste a la este”, señaló.
Reacciones políticas
Después del huracán Katrina, el gobernador Haley Barbour de Misisipi pregonó a los cuatro vientos planes para un “puerto del futuro” en
Gulfport, con un canal de 15 metros de profundidad, desvió unos $ 600 millones de fondos federales para vivienda en caso de desastre para un proyecto que se comprometió que impulsaría la economía y crearía empleos abundantes.
Un funcionario estatal en ese entonces lo llamó “el único proyecto de desarrollo económico más grande en la historia del estado”, y otros pronosticaron que sobrepasaría al puerto de Los Ángeles.
Actualmente Misisipi y el puerto son más modestos. Se dijo hace poco que el puerto ya no sigue los planes anunciados de dragar el canal hasta 15 metros, y, debido a que no realizó el mantenimiento, ni siquiera alcanza la profundidad de 11 metros que autoriza la ley.
Ahora, el puerto está centrado en mejorar lo que tiene en lugar de expandirse, y planea hacerlo más en el efecto cascada cuando los nuevos superbarcos hagan que los más pequeños no entren en los puertos más grandes.
El nuevo conjunto de esclusas que se construyen para permitir el paso de embarcaciones enormes por el Canal de Panamá traerán riquezas a 1.600 kilómetros o más al norte...”.
James J. White, Administración de Puertos de Maryland
Críticos locales del plan original, como el director de políticas públicas del Centro para la Justicia de Misisipi, Reilly Morse, dijo que al estado lo azotó una moda nacional “que prometía muchísimos más beneficios económicos de los que se podían cumplir y se arriesgaron cargas muchísimo mayores de las que podía soportar la comunidad anfitriona”.
Otros puertos tratan de no exagerar sus objetivos. Mark Montgomery, el director ejecutivo de la firma Ports America Chesapeake, el socio privado del estado de Maryland en el proyecto Baltimore, dijo que su puerto y sus partidarios comprenden que no es factible que derroten a los megapuertos de la costa oeste, ni tampoco a los de Nueva York y Norfolk.
Más bien, su puerto servirá a Baltimore, Washington y el norte de Virginia, aunque también lo ve como una entrada potencial a la región central de Estados Unidos. “Nuestras expectativas son del tamaño correcto”, destacó.
Para Robert Puentes, un experto en transporte en la Institución Brookings, el problema de si los puertos están construyendo demasiado para los beneficios, resultado de Panamá, es uno de planeación. “Somos el único país industrializado del planeta que no tiene una política integral sobre los fletes”, notó.
En cuanto al desarrollo portuario, dijo, “no puedo ver al gobierno federal que escoja ganadores y perdedores” en un entorno tan políticamente cargado, pero “podría proporcionar un poco más de guía, donde no brinda ninguna en este momento”.
Debemos mirar al futuro
Por José Chamorro*
La necesidad de que los puertos ecuatorianos desarrollen una mejor capacidad de su operación portuaria no está directamente relacionada con la ampliación del Canal de Panamá, sino más bien por la necesidad de ofrecer servicios a una carga de exportación e importación que hasta el 2030 podría llegar a duplicarse.
El Puerto de Guayaquil ha hecho significativas inversiones en estructuras y equipos, lo que lo ha llevado a manejar con una operación de clase mundial más del 90% de la carga contenerizada del país.
Sin embargo, se estima que en el futuro próximo los barcos que destinen las empresas navieras para cubrir las rutas en la costa oeste del Pacífico (nuestra zona) tengan una capacidad entre 6.000 y 8.000 TEUs, lo que requiere entre 15 y 16 metros de profundidad para realizar una operación eficiente. Esta es una gran limitación para el Puerto de Guayaquil, que podría llegar con voluntad política hasta los 10 metros con una inversión razonable a través del dragado del canal de acceso.
El Ecuador requiere un plan de infraestructura portuaria a largo plazo que permita contar con al menos un puerto de aguas profundas capaz de recibir eficientemente barcos de mayor capacidad que los actuales, de otra manera la competitividad del país se verá amenazada.
Casi todos los puertos de la costa oeste del Pacífico están desarrollando rápidamente proyectos con intervención pública y privada. Buenaventura, Callao, Valparaíso y San Antonio se están preparando para incrementar su capacidad y poder ofrecer servicios completos tanto a sus usuarios nacionales como a los grandes armadores. Ecuador debe también tomar esa ruta.
Nota: * Ingeniero industrial (Brasil) y máster en comercio internacional (España). Consultor en logística portuaria y extraportuaria.