Manos que hablan
La quiromancia es un antiguo arte de la adivinación que busca predecir el futuro a través de las líneas y montes en las manos. Hay claves para practicarla.
El origen de este oficio no está muy claro; sin embargo, algunos expertos indican que los chinos e hindúes fueron los primeros en practicarlo hace unos cuatro milenios, tras lo cual les siguieron los asirios, babilónicos y egipcios como una estrategia para revelar sucesos pasados, presentes y futuros. También se dice que descubre el perfil psicológico y fisiológico de la persona.
Ha sido una actividad que ha sobrevivido por siglos generando adeptos y detractores. Y también dando lugar a curiosas historias. Una contemporánea ocurrió en noviembre del 2013, cuando la BBC anunciaba que el cirujano plástico japonés Takaaki Matsuoka realizaba operaciones para añadir líneas en las palmas de las manos con un láser y, de ese modo, según sus propias palabras, “cambiar la lectura del destino de algunas personas”.
Las consultas femeninas generalmente buscaban cambiar el rumbo de su vida frente al amor. “Si no tienen una línea de matrimonio, significa que no se van a casar, así que mi trabajo es hacer una”, dijo el cirujano al portal neoyorquino The Daily Beast, el medio de comunicación que lanzó la historia. Mientras, los hombres preferían cambiar su fortuna en temas como dinero y trabajo.
Existen tres líneas principales en las palmas: las líneas del corazón, de la cabeza y de la vida. También hay que prestarles atención a los denominados “montes”. Algunos son los de Venus, de Marte, de Júpiter, de Mercurio, del Sol o de la Luna. Estos pueden estar hundidos, prominentes, lisos, redondeados...
También existe una mano dominante. Para descubrirla en usted, entrelace los dedos y los pulgares, como si fuera a rezar. Si el pulgar derecho cubre al izquierdo, entonces su mano derecha es la dominante, revelando que su naturaleza es sobre todo racional. Si es al revés, en usted predomina el sentimiento emocional y la creatividad.
Consejos de un experto
El New York Times consultó al estadounidense Mark Seltman, quien tiene más de 40 años practicando la quiromancia en fiestas y eventos en Manhattan. “Cuando ves las palmas de las manos de una persona, puedes ver su esencia”, indicó.
Lógicamente, nadie aprende a leer las palmas con solo unos consejitos, por ello Seltman se limitó a comentar sobre aspectos que considera importantes cuando practica esta actividad.
1. Solicitar a la persona elevar las palmas de ambas manos frente a sus ojos. Prestar especial atención a la mano dominante. Tomar en cuenta la forma, proporciones y el color de la piel. Ninguna mano se parece a otra. Son como las huellas digitales.
2. La textura de las palmas también es importante. Pero antes de tocar las manos de la persona es necesario solicitar permiso, ya que podría parecer inapropiado hacerlo sin su consentimiento.
3. No apresurarse. Es bueno tomarse un minuto para observar en silencio las líneas y montes de la mano. Puede servir tener cerca una lupa y una pequeña regla para un mejor análisis.
4. ¿En qué temas enfocarse? Pregunte al cliente. Sin embargo, las personas suelen desear conocer sobre amor y trabajo.
5. No subestimar los detalles. Incluso una cicatriz o las uñas tras una manicura pueden significar algo importante. Hay que tomarse el tiempo necesario para “leer” el panorama completo y las pequeñas señales.
6. Tener presente que existen cuatro tipos de palmas: intuitivas (palmas largas con dedos cortos), prácticas (palmas cuadradas con dedos cortos), del pensamiento (palmas cuadradas con dedos largos) y emocionales (palmas largas con dedos largos).
7. Aunque el consultante pregunte, un lector de palmas jamás debería intentar realizar un diagnóstico sobre temas delicados, como enfermedades o predecir la muerte de alguien. Cuando alguien le pregunta a Seltman el tiempo que le queda de vida, él responde que las palmas revelan la calidad de la vida, pero no la cantidad.
8. Respetar la vulnerabilidad de las personas. “Las personas pueden pensar que sabemos más de lo que realmente podemos ver (…). Nos confiesan cosas que no les dirían ni siquiera a su psiquiatra”. Por ello, Seltman recomienda ser cauto con aquello que se dice, para transmitir especialmente esperanza y dejarlos con las ganas de seguir creciendo y superándose en sus vidas. (M. P.)