Sudán recompensa a emprendedores
En Sudán, un programa de televisión incentiva a jóvenes a presentar proyectos empresariales. Algunos estudiantes se han inspirado.
Era el episodio final, transmitido en vivo desde el Corinthia Hotel, de 18 pisos en forma de huevo, construido por Muamar Kadafi de Libia. En el escenario, bajo centelleantes luces de colores, los cinco competidores, tres hombres y dos mujeres, esperaban ansiosamente el resultado.
El programa Mashrouy es la versión de Sudán de The Apprentice y en un periodo de penuria económica nacional, ha despertado la imaginación de los jóvenes sudaneses. Los amigos se reunían en casas para ver los episodios nocturnos y apoyar a sus competidores favoritos. Para muchos televidentes de los programas satelitales árabes o los programas monótonos y poco interesantes, que a menudo difunden las estaciones de televisión locales, fue un cambio bien recibido. “Seguí el programa desde el principio”, dijo Khalid Muhammad Khalid, de 22 años y estudiante universitario. “Fue una inspiración”.
La economía de Sudán ha estado sufriendo desde que Sudán del Sur se separó y se convirtió en una nación independiente en el 2011, llevándose consigo casi 75 por ciento de los ingresos petroleros de Sudán. La economía del país se ha contraído, el valor de la libra sudanesa se ha deteriorado, el desempleo está en ascenso y miles de profesionales han partido en busca de oportunidades en otras partes de los estados del golfo productores de petróleo y Libia.
La tasa de desempleo entre los jóvenes de Sudán, que ha sido de hasta 34 por ciento, es uno de los elementos más volátiles que ayudaron a provocar fatales protestas antigubernamentales en septiembre. Pero algunos ven una opción que pudiera ayudar a mejorar la fortuna económica de los jóvenes sudaneses, cambiando las suposiciones sibre el trabajo largo tiempo sostenidas y promoviendo la idea del emprendedurismo.
“No se le da culturalmente un estatus elevado”, dijo Ahmed Amin Abdelatif, de 40 años, jefe de una compañía de propiedad familiar y presidente de la Asociación Sudanesa de Empresarios Jóvenes. “Muchos dirían: ¿por qué no conseguir un empleo adecuado en el gobierno o una empresa?”.
Refutar esa mentalidad es lo que Abdelatif y varios empresarios locales buscan hacer. De ahí el nacimiento el año pasado de Mashrouy (Mi proyecto, en árabe), promovido a través de una extensa campaña publicitaria que se enfocó en los jóvenes sudaneses. La campaña atrajo inicialmente a 2.500 solicitantes para el programa. Un panel de expertos examinó las solicitudes, reduciendo el número de competidores a 12.
Samah al-Gadi, de 32 años, dijo que a ella, al principio, no le entusiasmaba mucho la idea de aparecer en el programa, pero presentó su solicitud para Mashrouy en el último día, a instancias de su madre. Tampoco estaba satisfecha con su rutina y trabajo de oficina limitante, de manera que, con sus antecedentes académicos en desarrollo social y agricultura, propuso un proyecto para ayudar a las comunidades que viven en las riberas del río a solucionar un problema desagradable e incluso obtener ganancias de él.
El jacinto acuático es una planta de agua, similar a un alga, que crece en el río Nilo Blanco, al sur de Jartum. La planta puede multiplicarse rápidamente y cubrir grandes superficies. Obstruye el transporte fluvial y atrae a mosquitos y parásitos que causan bilharziasis, incrementando la evaporación del agua y disminuyendo las poblaciones de peces.
Los intentos por erradicarla con químicos, dijo Al-Gadi, eventualmente no funcionan y perjudican al medio ambiente. Así que ella ofreció un nuevo enfoque. “En vez de tratar de erradicarla, quiero proponer usarla para el desarrollo social. Las comunidades locales pueden retirarla manualmente, luego secarla, trenzarla y hacer cuerdas, bolsos y muebles”, dijo.
Proyectos similares, explicó Al-Gadi, han sido puestos en práctica en China, Vietnam, Indonesia y otras partes. “Es un negocio rentable y no necesita mucho financiamiento”, dijo.
Mazin Merghani, de 24 años y recién graduado de la universidad, presentó otra idea agrícola. “Escuchamos que solo 10 por ciento de la goma arábiga de Sudán se cosecha cada año”, explicó. “Tradicionalmente se cosecha a mano con hacha, y ahora la mayoría de los que trabajan en los campos son viejos”.
Sudán es el principal productor mundial de goma arábiga, una goma natural recolectada de las acacias y usada como estabilizador en los refrescos, los dulces, los cosméticos y las pinturas. Es el único producto exento de las sanciones de Estados Unidos contra Sudán para su importación.
Merghani y sus colegas diseñaron unas tenazas mecánicas, que se conectan a un tractor pequeño que tomarían y harían tajos en los árboles que producen goma arábiga y extraerían la savia gomosa endurecida. “Así, uno pudiera extraer goma de 200 árboles al día en vez de 30, y se incrementaría la producción siete veces”, afirmó.
De regreso en el hotel, hace unas semanas, los invitados –que incluían a diplomáticos, empresarios, amigos y familiares– se sentaron ansiosamente en torno a mesas para la final, y después de largos discursos y actuaciones musicales, los cinco finalistas entraron en el escenario. Música dramática se hizo eco en el fondo y el ganador de Mashrouy fue anunciado finalmente, elegido por una audiencia televisiva que votó en línea. “Y el primer lugar es para ¡Samah al-Gadi!”, gritó el presentador del programa.
En medio de aullidos, gritos y aplausos, una jubilosa Al-Gadi levantó ambas manos por encima de su cabeza cubierta con una pañoleta, haciendo señales de victoria. Su madre, sentada ante una mesa, empezó a llorar y sus amigos brincaban de la emoción. “Sabía que tenía un buen proyecto, pero no esperaba el primer lugar”, dijo posteriormente Al-Gadi.
Merghani terminó en segundo puesto. “La experiencia y el relacionamiento son incluso mejores que el premio”, dijo.
Los tres principales ganadores del concurso obtuvieron dinero: el primer lugar unos $ 25.000; el segundo, alrededor de $ 18.700, y el tercero, unos $ 12.500. También volarán a Londres, donde tendrán la oportunidad de reunirse y hablar con emprendedores británicos, porque el Consejo Británico es uno de los patrocinadores.