Una cita con la FIL
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara se celebró del 26 de noviembre al 4 de diciembre y cumplió 30 años de existencia.
Existe un lugar donde los libros paralizan a una ciudad y la llenan de matices. Visitar esta feria, que abrió sus puertas desde 1986, más que una experiencia es un aprendizaje. Fueron nueve días de intensas charlas, encuentros de promotores de lectura, foro de periodismo cultural, encuentro de género, de ciencia, jornadas de periodismo y una amplitud de actividades en las que hay espacio para todos.
El sabor de una feria
En esta edición América Latina fue declarada invitada de honor, es decir, de los 751 autores que recibió este año, muchos eran provenientes de Colombia, Venezuela, Guatemala, Bolivia, Argentina, Ecuador, entre otros.
Gente. Ese es el principal ingrediente que predomina en cada paso de las instalaciones de este espacio que recibió a 813.000 personas y que en su común denominador eran familias enteras, jóvenes de colegios y universitarios que se disputaban cada rincón de este monstruo del mundo comercial. Es conocido también que las jornadas de profesionales son lo más esperado del año: 20.000 profesionales dedicados al libro, aquí cientos de editoriales, autores y demás representantes de la industria del libro cierran sus publicaciones del año siguiente. Aquí nadie pierde.
Para Marisol Schultz, directora de la feria, que asumió hace cuatro años el liderazgo de este patrimonio literario, es un trabajo de 365 días. Su equipo lo conforman 50 personas que deben estar enfocadas en las distintas áreas que tienen a su cargo: contenidos, comercialización y viajes alrededor de otros encuentros literarios donde, sin duda, son protagonistas de una cátedra en el quehacer del universo del libro.
Hay un área dedicada solo para niños y es un verdadero espacio para que ellos interactúen en distintas actividades que no necesariamente giran en torno al libro. Así era fácil encontrar testimonios impacientes de madres que ansiaban acompañar a sus hijos a los talleres. Según Teresa, una fiel asistente a cada edición, fue fácil reconocer que la feria ha captado su corazón: “Espero cada año para traer a mi hijo y llevarlo a que recorra el área infantil. Las actividades son muy buenas”, con este entusiasmo explicó en qué consiste la mecánica de cada una de las ofertas de este espacio.
La inauguración contó con el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa, quien además fue el receptor de un programa de homenajes que la feria preparó para él, a propósito de sus 80 años.
Entre los nombres que integraron el mapa literario de este certamen figuran Nélida Piñón, Elena Poniatiowska, Rosa Montero, Arturo Pérez-Reverte, entre otros.
George R. R. Martin, creador de la saga Juego de tronos, deleitó a la multitudinaria audiencia que se reunió a escuchar e intercambiar con este autor norteamericano.
Primer plano: América Latina
Reflexiones acerca de la identidad y el panorama actual de la literatura latinoamericana tuvieron su prioridad en algunas mesas como ‘¿Qué rayos es América Latina?’, con exponentes entre los que se destacan el peruano Alonso Cueto y la colombiana, Laura Restrepo. También ‘La revolución en las plumas’, una posibilidad de dialogar e intercambiar como una memoria viva los procesos revolucionarios y políticos que rondaron sus historias.
Sin duda, una de las relaciones básicas que un escritor refleja en sus creaciones es la de la ciudad y su íntima existencia entre ese yo que capta las sensaciones, el pulso, las mil caras tenues o violentas de ese escenario. El tema ‘Paisaje y literatura’ abrió la temática para intercambiar opiniones entre el colombiano Santiago Gamboa, el venezolano Alberto Barrera, el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, quienes contaron con la moderación del mexicano Alberto Chimal. Una pluralidad de voces que deja a más de un oyente complacido y ansioso de lecturas.
Poesía en las voces de la argentina María Negroni, la nicaragüense Gioconda Belli y la reciente ganadora del Premio Poesía Generación del 27, Piedad Bonnett, acercó al público a su quehacer poético y al de una selección de tradición latinoamericana en la que desfilaron Rubén Darío, Ana Cristina Cesar, Fabián Casas, José Watanabe, el eco de estos nombres rondó una feria de 30 años en una sala en la que no faltaba jamás público.
La selección ecuatoriana
El escritor quiteño Javier Vásconez presentó su libro Hoteles del silencio, que se agotó durante los días de la feria.
La guayaquileña María Fernanda Ampuero, residente en Madrid, intervino en algunas actividades como ‘Todo menos rosa: narradoras de América Latina’, donde compartió la mesa con Ariana Harwicz, Ana Paula Maia, Laura Restrepo y Enrique Planas. También participó en ‘Abandonar la casa para escribir’, junto con Andrés Neuman y Lucrecia Zappi, entre otros.
La comitiva tricolor la complementaron Marcela Ribadeneira, Eduardo Varas, Gabriela Alemán, María Fernanda Heredia y el poeta Xavier Oquendo.
El programa de promotores de lectura contó con la intervención de Adelaida Jaramillo, directora del espacio cultural Palabralab.
Ariruma Kowi y María Clara Sharupi, representantes de la poesía indígena, tuvieron su momento de intervención en el recital de literatura indígena en un auditorio que interactuó con otras facetas de la poesía aborigen.
Guadalajara regala, año a año, una feria monumental. (I)
* Forma parte del Comité de Contenido de la FIL-Guayaquil, coordinadora de la FIL-Infantil-Juvenil y profesora del colegio Alemán.