Feliz hallazgo en Durán: Cocina peruana
“No encontrarán en Mancorita manteles mullidos sino mantelitos individuales de plástico, déjense guiar por su paladar, los precios son moderados...”.
El chef Leandro Maldonado debería guardar una inmensa gratitud hacia Muriel Ann Beaven, quien lo trajo a Guayaquil a El Caracol Azul. Lo que sabe, lo que hace, lo aprendió o lo pudo pulir allí hasta que decidió poner local propio.
Escogió Durán por tener que ajustarse a un modesto presupuesto, el local muy sencillo ofrece un ambiente superluminoso, nítido, quizás algo austero. Leandro quiere ir poco a poco modernizando su cocina.
Leandro es peruano, nació a pocos kilómetros del Machu Picchu. En su restaurante atiende personalmente a sus huéspedes, ofrece lo que más puede gustar: cebiches, mariscos, biches, corvina en múltiples salsas. Pedí una corvina a la plancha con guarnición de vegetales, siendo los platos más sencillos los que demandan mayor atención. Mi acompañante bebió cerveza peruana, la sabrosa Cuzqueña, ciento por ciento cebada en su versión dorada, pues existen la negra, la de trigo y la roja. Bebí agua mineral de Güitig muy fría, la que puede acompañar cualquier tipo de comida, hasta se presta para insólitas recetas como lo demostró Antonio Pérez.
Los camareros se muestran muy atentos, la atención es bastante ágil. La corvina a la Florentina fue mi plato predilecto en El Caracol Azul, viene con un cordón de puré, lleva crema de leche. En realidad los pescados de carne blanca se llevan muy bien con salsas de crema, bechamel o salsa Mornay (bechamel con queso gruyer). Los cebiches con sabor peruano son excelentes; pueden empezar su almuerzo o su cena con un pisco sour, hay pocos vinos, pero el Casillero del Diablo, Trapiche y Ática son aceptables opciones.
No encontrarán en Mancorita manteles mullidos sino mantelitos individuales de plástico, déjense guiar por su paladar, los precios son moderados, hay una zona de estacionamiento con guardianía. Para llegar deben girar a la derecha inmediatamente al salir del puente de la Unidad Nacional hacia Durán, luego en U para pasar esta vez debajo del puente siguiendo recto hasta llegar a la avenida Cisneros, luego son siete cuadras, hay un aviso grande a mano derecha.
Leandro sabe tratar productos sutiles como los langostinos, ofrece arroces con mariscos, sopa marinera, platos clásicos de las gastronomía italiana. Recomiendo el piqueo variado presentado en cucharas individuales de cerámica. Los postres son pocos, pero muy caseros. Mancorita es conveniente para quienes buscan una buena relación entre calidad y precios.
Frente a la crisis muchos restaurantes decidieron bajar sus precios, el futuro se presenta algo difícil, los eventuales clientes podrían dejar de visitar sitios reputados como caros. Conozco uno que otro cuyos precios son iguales o superiores a los que encontramos en Europa. El famoso Moulin de la Galette pintado por Toulouse Lautrec ofrece un menú de $ 55 que incluye aperitivo, entrada de fuagrás, steak o pescado, selección de postres y café expreso... y estamos hablando de París. Sobrevivirán aquí quienes conserven una correcta relación calidad/precio.
Máncora con su hermosa playa es un sitio turístico importante ubicado en el norte de Perú; Mancorita es un referente en lo que se refiere a gastronomía.