María Félix: Está de vuelta
“La calidad del chef fue un factor decisivo en el éxito del lugar. En Plaza Lagos, María Fernanda Toro V. administra con suma eficiencia, se encarga de recibir, pide la opinión de los clientes cuando los despide”.
La Doña es el lugar de moda. Cuando uno camina por el malecón de Plaza Lagos observa de inmediato cómo ciertos restaurantes a la una de la tarde un día domingo ya están copados. Tanto en la terraza al aire libre como en la parte climatizada de La Doña, un público numeroso se podía apreciar. Logramos obtener una mesa, pero pude notar que una nueva oleada de gente ocupaba de inmediato los espacios libres aun en plena temporada playera.
Se ha logrado aquí exaltar la imagen de María Félix sin que sea invasiva: fotografías en negro y blanco, logos, una que otra frase bastan para recordar a la diva. Ella dijo entre tantas cosas: “Una mujer original no es la que no imita a nadie, sino la que nadie puede imitar. “No soy quién para darle consejos a nadie, cada cual se equivoca solo”.
En mis viajes noté que existen pueblos muy nacionalistas, lo observé en Gran Bretaña, en México, pues la gastronomía mexicana tiene sello muy propio. Ahora bien, conquistar el paladar de los ecuatorianos suponía un apego a lo auténtico, razón por la que el chef Eduardo Curet fue contratado para formar al personal de cocina.
Jaime Blum y Elsie de Blum son dueños y creadores de La Doña en Puerto Rico, donde vivieron varios años, pusieron primero un restaurante japonés. La calidad del chef fue un factor decisivo en el éxito del lugar. En Plaza Lagos, María Fernanda Toro V. administra con suma eficiencia, se encarga de recibir, pide la opinión de los clientes cuando los despide. El acierto, el que en definitiva explica la afluencia de comensales, es la relación calidad precio, luego el cuidado de los dueños.
Contrariamente a los restaurantes formales, no existe en la carta una lista de llamados platos fuertes, aparte de un dorado muy sabroso; en cambio, los tacos, burritos y fajas llegan en un tamaño que aplaca el hambre. Las fórmulas originales son respetadas. Es cierto que pueden existir ligeras variaciones en la preparación, pero los burritos siguen siendo tortillas de trigo rellenas con pollo o carne, crema agria (a veces reemplazada por yogur), tomate, cebolla, ajo, comino y guacamole).
Las fajitas son parecidas aunque cambien ligeramente los ingredientes. Se suele cubrir con queso rallado y gratinar. En la nueva carta aparecerán otros platos entre los cuales se destacará el pollo al tequila (la receta original es una cocción lenta del pollo con tequila reposado y jalapeños).
La carta de vinos sin ser extensa resulta suficiente. Acompaño los platos mexicanos con un vino rosado de Navarro Correas o un espumante de Chandon, sin embargo, el Sauvignon blanco con su toque de cítrico y hierba se acopla maravillosamente.
Iniciarán su almuerzo o cena con un tequila, quizás la clásica Margarita (tequila, Grand Marnier, limón con sal en el borde de la copa. Dicen que un barman creó dicho coctel para Rita Hayworth).
El postre les permitirá probar la torta de chocolate, la crepa o un queso de coco curiosamente llamado Que Dios me Perdone. Dicho flan no me atrajo mucho, pienso que podría ser mejor. Los precios son moderados, pues mi cuenta para dos personas –con un burrito de pollo muy grande, unas quesadillas también copiosamente servidas, el postre y los expresos– fue de $ 44,79 a lo cual añadí luego un espumante rosado de Chandon. Pero pueden escoger el vino de la casa o unas ricas cervezas.
A quienes desean una comida sabrosa, fresca, una cuenta razonable, un ambiente informal, recomiendo este lugar.