Para gente muy joven: Hamburguesas y más
“Es indispensable modificar el entorno, darle calidez, mejor reparto de la iluminación, flores o plantas verdes, cuadros...”.
Aun sabiendo que Bonfyburguer se hallaba en el kilómetro 6,5 frente a Plaza Lagos, la ausencia de indicación me volvió problemática la ubicación. La entrada se parece a la de una ciudadela, un portero levanta la barrera. El sitio, muy aislado, solo lleva una inmensa zona de parqueo, se observa desolado, a campo abierto, con muy poca luz. El restaurante de comida rápida en sí es de ambiente ruidoso, más indicado tal vez para gente que disfruta aquel ambiente, no imagino que les agrade a personas mayores o más formales. Chicos y chicas se conforman con comida rápida sin fijarse mucho en la calidad refinada, sino más bien en la cantidad a cómodo precio.
La carne de las hamburguesas es aceptable, la presentación algo rústica. Podrán ustedes elegir una de las tres salsas ofrecidas: mayonesa con ajo, mayonesa con hierbas, otra con tomate, pero me gustaría encontrar una mayonesa pura, clásica, y el habitual kétchup. No termino de entender cómo se espolvorea azúcar impalpable sobre las papas fritas. Existen, es cierto, recetas de papas fritas dulces, pero aquel proceso es otro cantar, incluye harina, huevos, polvo de hornear. Sobre las papas fritas que todos conocemos viene bien una pizca de sal, no polvo de azúcar. Hice la pregunta, me contestaron que era para crear un impacto, pues no me llega mucho esta clase de impacto, es como si me sirvieran un cebiche de corvina sazonado con miel de abejas. Al menos deben preguntar si queremos las papas con o sin azúcar.
Mi acompañante luchó en vano con un salero al que tuvo que destapar para servirse. Recuerden que se puede evitar que la sal tome humedad añadiendo unos granos de arroz. La publicidad que encontré en Facebook daba del lugar otra expectativa, las fotografías lucían muy tentadoras. Bonfyburger es absolutamente informal, puedo suponer que es la idea del o de los dueños en cual caso mi crítica se volvería totalmente descartable.
Es indispensable modificar el entorno, darle calidez, mejor reparto de la iluminación, flores o plantas verdes, cuadros, aunque dudo que se pueda solucionar lo del ambiente ruidoso. El Riviera de Samborondón tuvo este problema, la solución resultó ser algo cara. En la decoración hace falta la mano de una mujer o de algún decorador inspirado. Comprendo que se quiso invertir la menor cantidad de dinero posible, pero es necesario volver más atractivo el sitio, más acogedor. Observé la presencia de chicas y chicos en su mayoría muy jovencitos, deseaban servirse una hamburguesa con una gaseosa sin gastar mucho. Es imprescindible poner un aviso luminoso en la avenida Samborondón, pues el restaurante no se ve. Los precios son correctos, la calidad debe incrementarse.
La opinión de Epicuro es la de un señor bastante mayor que sigue buscando platos y productos muy sabrosos: los croissants de Masamadre o del Mono Goloso, las mermeladas de la Tía Fabi, los huevos a la benedictina de Valeria en Tuile, los langostinos al curry de Zeru, las creaciones de Antonio Pérez o de Juan José Morán. Para las hamburguesas me quedo con Johnnie Pine’s en Plaza Navona. Me causa gracia que un local de McDonald’s haya abierto cerca de la plaza de San Pedro, pese a la oposición de cardenales y restauradores del barrio. Imagino al papa Francisco pidiendo en latín una pizza con todo: “Da mihi etruscum crustum cum omnibus in eo”. (O)