¡Cuba libre!
Una joven migrante en Guayaquil. Estudia alemán y, para ganarse la vida, canta como mariachi. Con un acento marcadísimo y con mucha sazón cubana en su hablar, nos cuenta un poco de lo que hace por la vida.
¿Qué onda con tu facha?
Bueno, es que no encontraba unos zapatos más bajitos. Mi madre me los alcanzó, sino venía con unos tenis. La blusa es como decimos nosotros, un ‘tope’.
¿Quiénes somos nosotros?
Los cubanos. Los jeans rasgados, así, me encantan. Se ven ‘pepillo’.
Pero ese es rasgado versión licuadora.
¡No pues! ¡Me lo compré en una tienda de las buenas! Me costó la vida.
La próxima me das un jean normalito, barato y yo lo rasgaba.
Pero este tiene más cositas, hilitos. ¡No es lo mismo!
A los 10 años hacía eso. Veía MTV (cuando aún pasaban música), y cortaba los jeans como mis músicos favoritos.
¡No, no! Este no lo corté yo.
Entonces, eres cubana.
Si, estoy conociendo nuevas culturas. Llevo ya dos años.
¡Dos años conociendo?
Sí, nueva gente, nuevo ambiente.
¿Viajaste sola?
No, con mis padres, primos, abuelos. Hasta a los perros trajimos para acá.
Metieron a toda la familia en un solo avión. Ahora que ya terminaste el colegio, ¿qué harás con tu vida?
Mi sueño era, o puede ser, irme a Alemania a seguir estudiando allá. Sino, me quedo acá estudiando algo como Medicina o Turismo.
Ya que terminaste el colegio este año y hace poco comenzaron las clases, ¿cómo se siente eso?
¡Ayyy, aleluya, Dios mío! Aunque sí me da nostalgia por eso de ir a comprar la mochila, los libros, los cuadernos, el uniforme; a entallarlo, a cortarlo.
¿Más corto?
¡Claaaro mijo! Hay que estar a la moda, no puedo ir como monja al colegio. Me quedaba por debajo de la rodilla, pero después lo dejaba como 4 dedos más arriba.
Entre tú y una monja, entonces, hay como diez dedos de diferencia.
¡Claro!
¿De qué parte de Cuba vienes?
De Holguín, la ciudad más bella que puede haber. Es costa, como casi todo en Cuba. Allá hace mucho calor, no hay frío. Aunque Guayaquil es un horno. (I)
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