Belleza salvaje

18 de Marzo de 2018
  • La serie más dramática: Voss (2001).
  • Flores reales adornaron la colección Sarabande (2007). Vogue retrató este y otros trajes para la muestra ‘Belleza salvaje’.
  • Givenchy por McQueen, primavera 1999.
  • Los botines Armadillo para el verano 2010.
  • La portada del libro Alexander McQueen: Unseen, con fotos backstage capturadas por Robert Fairer.
  • Lady Gaga vistió en más de una vez sus creaciones. Aquí, para Vanity Fair, con un diseño a cargo de Sarah Burton, la sucesora de la casa McQueen.

El legado del diseñador Alexander McQueen se recuerda a 8 años de su tortuoso fallecimiento.

A los zapatos Christian Louboutin se los reconoce por sus suelas rojas; las chaquetas tweed son emblema de Chanel. Si cada diseñador tiene una pieza o acabado que lo distingue desde la estratósfera, para Alexander McQueen serían esos incomprensibles zapatos con forma de pinza de cangrejo de su última pasarela en vida y que Lady Gaga usó con pasmosa frecuencia.

Aunque también podrían ser los jeans ‘descaderados’ y descarados que usamos en el prólogo de los 2000 (si uno era muy vergonzoso, estos pantalones no le aportaban mucho sentido de cubrimiento). El frenesí por el tiro bajo fue culpa de McQueen cuando presentó para 1994 los ‘bumsters’, pantalones con ‘escote’ pronunciado en el trasero.

O los estampados de calaveras. En el 2003, sus pañuelos de seda con estas figuras fueron muy apetecidos. Decoraron los hombros de las celebridades y se replicaron en todo el mundo. Son los hitos de una carrera en la que se destacó por provocar e inspirar.

Impulso y arranque

El 11 de febrero el mundo recordó el octavo aniversario de la muerte del diseñador inglés, una oportunidad para valorar su estrepitosa trayectoria.

Alexander Lee McQueen nació en Lewisham (sur de Londres) en 1969, el último niño de una profesora y un taxista. A los 27 años fue el más joven en titularse como el ‘diseñador británico del año’ en 1996, al mismo tiempo cuando Givenchy (recientemente fallecido) lo apuntó como director creativo en vez de Galliano. La realeza incluso lo distinguió con la Orden del Imperio Británico.

El punto de partida de su carrera se sitúa en 1992, cuando la editora de moda y, de hecho, muy influyente Isabella Blow se enamoró de una colección que él orquestó para su graduación. La muestra estaba cargada de una belleza oscura inspirada en el asesino Jack, el destripador.

De muchas maneras Blow fue su mentora. No solo compró todas las piezas de esa primera producción, sino que le facilitó sus contactos para ayudarle a posicionar su nombre. “Lo que más me atrajo es que toma ideas del pasado y las sabotea, las deconstruye para producir algo fresco y actual”, decía Blow, quien murió tres años antes que él por la misma causa: suicidio.

El infante terrible

Desde sus inicios, McQueen selló su reputación de controversial y provocador. Sus trajes rayaban en lo teatral, con una dosis de gótico y lujo: como el vestuario de los personajes de un cuento de hadas sombrío, en el cual las heroínas a pesar de perturbadoras siguen luciendo muy femeninas.

Una muestra de este dramatismo al límite fue su colección ‘Voss’ (2001). Tuvo lugar dentro de un cubo de espejos de doble vista, que a su vez incluía otro cubo de cristal, de donde aparece una muchacha desnuda cubierta de polillas y mariposas. Para el 2005, armó una pasarela como un tablero de ajedrez y las modelos debían pelear entre ellas, mientras lucían estilos eduardianos del siglo XVIII en chaquetas y camisas.

El romance con Givenchy terminó en el 2000, porque el corazón del ‘infante terrible’ de la moda siempre estuvo en su propia etiqueta. A finales del 2001, se asocia con Gucci, quien se apodera del 51% de su negocio. El resultado fue una expansión de locales en Londres, Milán y Nueva York. Para el 2007, había llegado a Los Ángeles y Las Vegas.

A estas alturas de su vida era el favorito de Sarah Jessica Parker, Rihanna y Nicole Kidman. Björk y Lady Gaga, reconocidas por su excesiva teatralidad en sus presentaciones, se envolvieron en sus retazos para sus videos musicales.

Dirección y legado

No existe claridad sin tinieblas. Torturado por la muerte de su madre 9 días antes, Alexander se quitó la vida. Y aunque dicen que en esta industria todo es efímero, la casa de modas de McQueen sigue andando con las riendas de Sarah Burton. Ella había sido asistente personal del diseñador y directora de la línea de vestimenta femenina de la marca.

Según Sarah Mower, crítica de moda de Vogue, Burton siempre ha sido leal a la memoria de su jefe, quien también fue su gran amigo. “De cierta manera, ella ha experimentado una metamorfosis como diseñadora rompiendo un poco las restricciones conceptuales de McQueen y expresándose con su propia voz. De esta manera, es una forma de llevar el mundo de Alexander McQueen a muchas más mujeres que antes”.

La última presentación de Alexander fue Plato’s Atlantis en el 2009. Justamente ahí presentó los zapatos ‘pinza de cangrejo’, que en realidad se llaman botines Armadillo. La serie es un pronóstico distópico de inundaciones en todo el mundo por el descongelamiento de las capas de hielo. Así que las prendas de esta colección fueron soñadas para vivir en el nuevo planeta, un futuro donde el mismo Alexander no se contó, pero que seguramente sobreviviremos con sus confusos tacones de más de 30 centímetros y los pies en ‘pointe’. (G.Q.)

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