Pieza clave
La camisa blanca es la pieza más importante del armario masculino. A pesar de su categoría de ‘básica’, es una prenda que siempre desprende elegancia, sin esfuerzo.
Siempre un símbolo de distinción y elegancia: la camisa blanca ha diferenciado a los hombres de los comunes, del ‘resto’. Aunque en sus inicios, cuando fue inventada por los griegos, era empleada como prenda interior, al llegar al siglo XIX se convirtió en una pieza de lujo.
Solo los aristocráticos podían banderearse en indumentaria color nieve, porque solo ellos tenían el suficiente dinero para colgar más de una camisa blanca en sus armarios y lavarlas con frecuencia.
Una reseña escrita por GQ sobre la historia de la camisa resalta: “Cuando surgieron las primeras camisas de colores más oscuros o con estampados, las clases sociales altas mantuvieron el color blanco”.
Solo los más atrevidos se inclinaron hacia las nuevas propuestas, pero conservaron el blanco en cuello y puños, repitiendo esta idea como signo de finura, “consideraciones que se han perdido en la actualidad”.
Aunque su diseño puede ser simple y parecer elemental, la camisa blanca ha evolucionado e incluso se ha adaptado a las tendencias. Por ejemplo, el corte recto, el más clásico y versátil al mismo tiempo, ya no está solo en las perchas. La diversidad de siluetas del público ha impulsado la creación de vestimenta custom fit y slim fit. La primera logra una camisa más ajustada al cuerpo, mientras que la segunda la ciñe por completo.
Los materiales también se han transformado para adecuarse a todo tipo de ocasión y necesidades. No obstante, una de las transformaciones más significativas fue el largo de la manga. Desde su origen, las mangas cubrían todo el brazo, pero se acortaron para los climas más cálidos.
Mangas: largas vs. cortas
La elección de la longitud de las mangas depende del tipo de evento y la locación, así como el resto de prendas a combinarse.
Amable Liñán, personal shopper español y asesor de imagen, explica que las mangas cortas nunca van con complementos elegantes como la corbata, pajarita, tirantes. Este diseño es casual, o para ir sport, y justamente se empareja con jeans, pantalones de lino y calzado deportivo.
Otra opción son las bermudas con mocasines o calzado de lona.
En tanto que la camisa de manga larga puede funcionar en cualquier ocasión (formal o informal). “Para ir elegante siempre piense en una camisa de color blanco”. En una situación informal, empareje esta prenda con unos denim clásicos, botas o botines y un bléiser.
“Sin duda deben elegirse 100% algodón para eventos formales y para diario; de lino para situaciones más relajadas”, aclara Ana Belén Marín, asesora de imagen y directora de Bugatti. “Las mangas deberán ser largas a la altura correcta de cada persona; de doble puño para un acto elegante, el puño sencillo es semiformal”.
Cuellos galanes también
Marín también aconseja lucirse con una camisa con botón en las puntas del cuello (button down) en un escenario casual. Pues los detalles del cuello también marcan el rigor de la etiqueta de esta prenda.
Al menos existen diez tipos de cuello de camisas o collares. Los más comunes son el collar inglés (turndown collar), el más tradicional de hecho; italiano, americano y club.
El inglés se reconoce por sus puntas alargadas, es el más formal de todos y se usa con corbata. Les asienta a los rostros redondos. Italiano es un cuello más abierto, con las puntas separadas y más cortas. El americano es el famoso button down, es el más informal.
El cuello club es redondo y no acaba en punta. La mayoría de las veces es un color diferente al de la camisa. A pesar de ser pequeño, por lo que no permite corbata, es muy elegante.
Siempre “debe medirse el cuello para comprar la talla adecuada”, puntualiza Marín. “No hay nada peor que una talla o muy grande o muy pequeña”. Y nunca olvidar que una camisa blanca jamás debe verse mal planchada ni manchada. (G. Q.)