‘Slow’ latino
2015 ha sido un buen año para la ‘moda lenta’: los diseños responsables ganan adeptos en Sudamérica y Designer Book busca sumar a Ecuador dentro de esta filosofía.
A primera vista, la mayoría notaríamos como similares una prenda slow fashion y una fast fashion. Ambas cumplen una función estética visual en nuestro vestuario. Pero la diferencia entre las dos vestimentas es la actitud racional hacia el consumo, por parte de los compradores, y a la producción respetuosa con el ambiente, los recursos y la mano de obra, por el lado del diseñador. Estos son los elementos de la moda ‘lenta’.
Según Patricia Rincón, directora de la plataforma Slow Motiv, no es fácil que los diseñadores se adecuen al slow fashion. “Es un reto en el que deben cambiar los procesos de producción y su línea creativa. El usuario decide qué comprar y a quién. El diseñador no puede hoy hacer slow fashion y mañana fast fashion. Destruiría su credibilidad”, explica Rincón, quien además es ponente en los conversatorios sobre este tema que Designer Book alista antes de su pasarela del 1 de octubre en Plaza Lagos, Samborondón.
No obstante, Rincón resalta que el 2015 ha sido un buen año para el ‘diseño lento’ en Latinoamérica. “Llegamos a Bogotá con nuestra Semana de la Moda Slow y vimos la calidad de las creaciones. Somos países que aún contamos con una gran cantidad de recursos naturales para usar de manera adecuada. Acompañado de creatividad y talento, es la mejor combinación”.
Algunos nombres referentes en esta corriente son Paula Gray, de Argentina; Adriana Santacruz, de Colombia; Marsia Mansilla, de Chile; y Elfer Castro, de Perú.
Por ejemplo, Gray solo emplea en sus creaciones algodón orgánico, fibras amigables con el ambiente como tencel y liocel, y telas recuperadas (suprarreciclaje de prendas en desuso por la industria para darle un valor agregado). En cambio, Santacruz ha rescatado técnicas artesanales precolombinas, como el telar vertical y horizontal, usando en sus diseños lana de oveja.
Los compradores slow
“El consumidor responsable no tiene productos en su armario sin saber de dónde vienen o cómo llegan a él”, aclara Francisca Costa, también parte del staff de conferenciantes internacionales del Designer Book.
Es un cambio de conciencia: los compradores deben entender que el valor de su prenda está en la cadena de producción, que su producto no es desechable, añade Costa.
Rincón agrega: “Aunque los consumidores son quienes deben regir la industria, no lo hacen por desconocimiento o porque la tentación del fast no los deja mantener un consumo juicioso”.
Es decir, todos podemos ser compradores ‘lentos’. ¿Cómo armar un ropero así? Ohlala!, revista argentina, propone conseguir camisas y camisetas blancas de algodón, pantalones negros o beige al tobillo y sacos del mismo color, un vestido negro (mejor de seda natural), jeans azules de tiro medio o alto, zapatos balerinas o mocasines y deportivos o alpargatas, carteras sobrias y como sobre, en tonos vivos. Todas prendas atemporales que combinan entre sí. Y el plus: ¡joyas heredadas! (G.Q.) (I)