Agorafobia: el miedo al pánico

Por Lenín E. Salmon
28 de Febrero de 2016

Para la mayoría de la gente la palabra “agorafobia” no tiene mayor trascendencia. Sin embargo, para aquellas personas que padecen de un temor irracional a sufrir un ataque de ansiedad en un lugar del que no puedan escapar, es un término lapidario. En psicología significa “temor a espacios abiertos” (en griego, temor a la plaza de mercado), aunque en realidad incluye también espacios públicos atestados de gente (malls, puentes, cines, aviones, ascensores) en donde pedir ayuda sería difícil (o vergonzoso).

Generalmente sucede en personas que han experimentado uno o más ataques de pánico y sienten temor de volver a sufrirlo, aunque existe un pequeño porcentaje de agorafóbicos sin esa historia. El pánico es una repentina e intensa reacción emocional muy desagradable durante la cual la persona siente ansiedad y temor, su corazón vuela, su respiración se entrecorta, siente que se ahoga, suda frío, experimenta una desconexión con la realidad y teme morir o enloquecer.

Casi sin excepción termina en la sala de emergencias del hospital más cercano. Quien no lo ha sufrido no tiene idea de la profundidad de la afectación.

Para tener algo de control sobre dicha posibilidad, el agorafóbico gradualmente limita su radio de acción, privándose de participar en eventos que lo hagan sentir en riesgo, o deberá asistir acompañado de alguien que le dé seguridad y apoyo, buscando siempre ubicarse cerca de la salida de emergencia (luego de diseñar cuidadosamente su estrategia de escape). Es una persona que literalmente tiene que planificar cada paso que quiera dar.

Las conductas de evasión pueden disminuir el riesgo de sufrir una crisis, pero a un alto costo: su zona confortable se irá reduciendo paulatinamente. En el extremo tendremos a una persona confinada en su casa, con miedo a salir a la calle.

La agorafobia no tiene una causa específica, pero sucede más frecuentemente en mujeres jóvenes. Hay familias con más susceptibilidad a este tipo de reacción, por lo que puede haber un componente genético. Afortunadamente su pronóstico es positivo, ya que puede ser tratada con éxito en 90 por ciento de los casos mediante un proceso basado en la terapia cognitivo-conductual, usualmente acompañado al comienzo con medicación psicotrópica. (O)

salmonlenin@yahoo.com

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