Enfrentando los conflictos en el matrimonio

Por Lenín E. Salmon
01 de Junio de 2014

En todo matrimonio existen diferencias de criterio, de gustos, de costumbres, por nombrar unas pocas. Si tomamos en cuenta que casi la mitad de las parejas terminan divorciadas, debemos reconocer que muchas veces las discrepancias son más poderosas que los sentimientos y las intenciones con los que comenzó la vida de casados. Es importante, por lo tanto, aceptar que el conflicto es parte genérica del matrimonio, y es cómo lo enfrentamos lo que va a decidir el futuro del mismo. Estar en desacuerdo con la pareja sobre un tema en particular no debe tomarse como una señal de alarma, sino como una oportunidad de conocer más profundamente lo que verdaderamente piensa el otro. Por equivocado/a que pensemos que esté, tiene derecho a su opinión. Es positivo de vez en cuando salirse de la zona de confort propia y ver un tema a través de los ojos de la otra persona.

Discutir para encontrar una solución (y debería ser la única razón) es saludable; discutir para imponer una posición es una fea muestra de egoísmo. Hay que evitar caer en patrones destructivos (criticar con desprecio, señalar defectos, humillar o ignorar al otro, reabrir heridas viejas, reñir delante de los hijos, etc.). Lo ideal es analizar el problema como tal y no como culpa del otro, expresando cada uno la forma en que le afecta y procurando hablar en primera persona (“Cuando llego del trabajo y los niños están gritando, pierdo la paciencia por cualquier pequeña causa” en vez de “Tú no estás disciplinando a los niños”). Muchas veces el solo hecho de exponer inteligentemente (y respetuosamente) las discrepancias ayuda a que cada uno haga lo que le corresponde para resolverlas.

En más de la mitad de los casos la solución está a medio camino entre los dos, y si cada uno se pregunta (o mejor, si le pregunta al otro) “¿Qué debo hacer yo para que esta situación mejore?” lo más probable es que la respuesta sea “Es un problema de ambos y la solución la encontraremos los dos.” Adicionalmente, para los hijos, la actitud madura de los padres en la superación de sus diferencias será una muy importante influencia en el desarrollo de su propia madurez.

salmonlenin@yahoo.com

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