Fiebre por el crecimiento
Un riesgo que puede afectar la permanencia de las organizaciones es la fiebre por buscar el crecimiento de la organización sin considerar otros factores relevantes para sostener dicha dinámica. No basta que la oportunidad sea atractiva o sustentable desde el punto de vista financiero para que deba ser aceptada. Al carecer de bases sólidas, un crecimiento desproporcionado puede poner en peligro incluso las áreas que estaban caminando correctamente.
Una mentalidad inmediatista no respeta los debidos procesos formativos y de desarrollo de las personas con el riesgo de quemar etapas asumiendo desafíos para los cuales los potenciales líderes de la organización no estaban debidamente capacitados. Adicionalmente, al imponerse ritmos de trabajo arbitrarios. Esto va deteriorando el clima laboral y se pone en peligro el futuro de la organización, generando incluso deserción de los trabajadores al no estar dispuestos a sacrificar ciertos aspectos de su vida personal por la dinámica absorbente que se vive al interior de la empresa.
En ocasiones los distintos jefes de áreas de la organización proponen proyectos que quedan a medio camino, perdiendo credibilidad para futuras iniciativas. No hay que desperdiciar energías en comienzos estrepitosos si es que no seremos capaces de perseverar hasta el final.
No todas las oportunidades deben ser tomadas sin el debido discernimiento. Por ello, es necesario que el líder de la organización decida con sabiduría las oportunidades que se deben aceptar y poner restricciones, generando la debida reflexión para no generar dispersión de fuerzas en metas que no son esenciales para la organización.
Se deben definir planes claros que prioricen los objetivos por lograr, fundamentados en estructuras apropiadas. Para ello es importante definir los tipos de proyectos que responden al plan estratégico y visión de la empresa, quién es el responsable de cada área o tarea, cuáles son los sistemas de trabajo y los canales de comunicación apropiados que permitan la debida coordinación entre las diversas áreas.
El líder más eficiente no es simplemente el que realiza más tareas, sino quien sabe discernir con claridad cuáles son las áreas más importantes y la forma apropiada de avanzar en una misma dirección.