La familia es una empresa

Por Ángela Marulanda
16 de Octubre de 2016

Son muchos los factores que determinan la clase de personas que serán los hijos y por eso no hay una fórmula infalible que garantice que serán personas sanas, correctas y felices. Sin embargo, a pesar de que no hay nada que los padres podamos hacer en lo que se refiere a su genética, lo que se refiere al medio en que ellos se desarrollan sí está en nuestras manos.

Para que un hogar ofrezca un ambiente sano y que alimente lo mejor en los hijos, se necesita mucho más que unos padres responsables y dedicados a darles todo a su familia. Criar niños que se conviertan en personas correctas y productivas exige que nosotros estemos lo suficientemente involucrados en su vida para darnos cuenta de todo lo que les pasa y cómo los afecta, lo suficientemente comprometidos para dedicarles todo el tiempo que precisan para sentirse amados, lo suficientemente valientes para reconocer nuestras fallas y rectificarlas, lo suficientemente generosos para aceptarlos como son y no como queremos que sean, lo suficientemente humildes para reconocer nuestros errores y enmendarlos, así como lo suficientemente interesados en nuestros hijos para darle absoluta prioridad a la familia.

Nuestro hogar es la empresa en la que los hijos se forman y por lo mismo es el medio que más influye en la clase de personas que serán. Así como las empresas encabezadas por personas dedicadas y responsables dan buenos resultados, las familias con padres consagrados dan buenos frutos. Un mal empresario no es solo el que hace malos negocios, sino el que no evita que otros los hagan, así como un mal padre no es solo el que se desentiende de su hogar y de formar a sus hijos, sino el que no vela diligentemente para evitar todo lo que puede arruinar su vida. Además, al igual que ninguna empresa triunfa cuando sus dueños le invierten mucho capital, pero poca injerencia personal, una familia no tiene éxito formando hijos sanos y correctos si los padres invierten mucho dinero para darles todo lo que quieren, pero poca dedicación a su familia. Si bien los padres no somos responsables por todo lo malo que hacen los hijos, sí somos los que contamos con todo lo necesario para sacarlos triunfalmente adelante. (O)

www.angelamarulanda.com

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