La intimidad a la venta
La cultura consumista está mostrando una tendencia a revelar crudamente lo más íntimo de las personas. Ya no bastan los talk shows y las telenovelas que explotan la curiosidad morbosa de su audiencia y exhiben la depravación humana en forma sensacionalista. Hoy además están los reality shows, que presentan al desnudo la vida privada de sus protagonistas incluyendo tanto lo más íntimo como lo más deplorable de ellos.
Está visto que lo que las personas valoran lo guardan con sigilo, lo que poco aprecian permiten que se use para cualquier propósito. Hoy es muy diciente que se esconda cautelosamente lo relativo a los bienes personales, pero que no haya reparo para que se exponga la vida íntima ante miles de espectadores.
Vale preguntarnos cómo es posible que la intimidad de las personas, que siempre se guardó con sigiloso cuidado, ahora se comercialice para entretenimiento público. Parece que algunos medios, con el beneplácito de la sociedad, el apoyo de los patrocinadores y el consenso de su audiencia, han utilizado la misma fórmula que usan los mercados financieros para apropiarse a un precio bajo de los valores bursátiles: devaluarlos. Usar y abusar de la intimidad es una forma de degradarla y así es rentable comprarla.
Es lamentable que las personas se presten para desnudar su ser ante miles de espectadores, que los medios hagan de la intimidad un negocio, y que los espectadores se deleiten viendo la vida privada de otros para subsanar la pobreza de la propia. Lo más deplorable es que esto significa que el ser humano ha sido reducido a la categoría de bien de consumo.
El exhibicionismo que promueve la cultura mediática y que con nuestras acciones estamos apoyando, es un ataque frontal al respeto, la decencia y el pudor, es decir, las virtudes llamadas a preservar nuestra intimidad.
Lo cierto es que, en una época en que el respeto a lo sagrado está cada vez más ausente y abunda la inmoralidad, debemos luchar para que el mundo recupere las virtudes que protegen el espacio donde se desnuda el alma: la intimidad. (O)
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