La supermamá y sus desafíos
Todos conocemos por lo menos a una (la vecina, la hermana, la esposa, etc.). Es la madre joven con varios hijo/as, cada uno de ellos con una o más actividades extracurriculares o deportes (o ballet, o inglés, etc.) a las que ella los transporta diariamente, después de haberlos llevado y/o regresado de la escuela, y antes de ponerlos a hacer las tareas escolares. Si tiene tres o más hijos, por lo menos uno necesitará cuidado adicional (académico o de salud). Si uno de ellos es adolescente tendrá que llevarlo y traerlo de lugares que no sabía que existían (y además cuidarlo) en horario especial.
Indudablemente el día de una madre está lleno de eventos, pero el día de la supermamá es más intenso porque ella sabe que no solamente hay que hacer las cosas, sino que hay que hacerlas bien. Al margen de atender a los hijos debe mantener funcionando su casa más que aceptablemente, lo que significa trabajo diario y estresante en todo sentido, aun teniendo ayuda (que la necesita). Las más activas se dan tiempo para practicar algún deporte o hacer ejercicios, sin descuidar la parte espiritual, que también requiere de su tiempo. Muchas reciben alguna ayuda del marido, aunque por lo general esta se reduce a un apoyo moral (porque él trabaja).
El día de la supermamá no termina con hacer acostar a los niños; una o más veces en la semana hay que asistir a un evento social, familiar, etc., que si bien es cierto que la distrae, también la cansa, sobre todo si pertenece al tope de la categoría, la de la madre que, encima de todo lo nombrado (una lista muy incompleta) también tiene que trabajar como el marido (o porque no tiene marido). Existen casos, aunque raros, en que también quiere seguir estudiando.
El precio de toda esta hiperactividad es, por supuesto, la acumulación de estrés que, si no es inteligentemente manejado, eventualmente ocasionará estragos en su salud o en su matrimonio. Por esto es vital administrar realistamente el tiempo y las energías, establecer prioridades y aprender a visualizar y respetar señales de advertencia que le eviten llegar a una crisis.