¿Liberación… o libertinaje?

Por Ángela Marulanda
24 de Noviembre de 2013

Mientras que durante mucho tiempo tener relaciones sexuales se consideró indebido para las mujeres “decentes”, nunca fue así para los hombres porque el sexo se veía como una capacidad que ratificaba su virilidad. Hoy, por fortuna, ya se superaron esos prejuicios, pero ahora la intimidad sexual se convirtió en una simple entretención que puede disfrutar quienquiera hacerlo, incluidos los adolescentes.

En Latinoamérica, la tendencia a que las relaciones sexuales sean una diversión trivial para los jóvenes comenzó hace años cuando los adolescentes comenzaron a besarse y acariciarse íntimamente con cualquier conocido o desconocido por el mero placer de excitarse. Ahora, hay otros “juegos” como el del arcoíris, que consiste en que varias niñas, usando pintalabios de colores, le hacen sexo oral a distintos jóvenes y ellos deben adivinar quiénes fueron por los colores impresos en su miembro. También está el carrusel sexual, una experiencia de sexo en grupo en el que los adolescentes tienen sexo con distintas parejas a medida que bailan. (Artículo de Lina Marcela Gallego el 13/05/13 Diario El Tiempo, Colombia).

En Chile hay discotecas para menores de edad a las que van diariamente niños (desde 8 años de edad) a bailar animados por mujeres semidesnudas, que los excitan con movimientos eróticos y caricias en sus partes íntimas. (YouTube: Impactante reportaje: niños sometidos a abusos sexuales en vivo).

En Argentina, el Ministerio de Educación envía cartillas de “educación sexual” a los preescolares, ilustrados con caricaturas pornográficas, que incluyen zoofilia (sexo con animales) y necrofilia (sexo con muertos). (www.argentinosalerta.org: Libros eróticos del Ministerio de Educación llegan a Córdoba).

En varios países se ha reportado que en los colegios encuentran alumnos haciendo sexo oral en los baños y también niñas besándose apasionadamente entre ellas y compitiendo a ver quién lo hace mejor.

Como los niños hoy crecen en el mundo virtual estas conductas se expanden rápidamente a todas partes efectivas y nadie parece oponerse. ¿Será que no nos damos cuenta de que callar es aprobar lo que están haciendo? ¡Y si los padres no somos parte de la solución, somos parte de un problema que puede arruinar la salud, la conciencia y la vida afectiva de nuestros hijos!

www.angelamarulanda.com

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