Promover la bondad
La formación del carácter de los niños, entendiendo por tal aquello que regula su proceder moral y los estimula a ser personas correctas y bondadosas, ha pasado a un segundo lugar.
Hoy en día lo fundamental es todo lo que sea productivo, es decir, lo que nos habilite para tener más bienes, fama y dinero, por lo que cultivar el buen corazón de las nuevas generaciones no parece siempre una prioridad en la crianza de las generaciones del tercer milenio.
Lo cierto del caso es que ahora se dedican más recursos a promover los conocimientos, los deportes, la recreación, la inteligencia y la apariencia, que el cultivo de las virtudes y dones espirituales en los niños. Así, los padres estamos pretendiendo que sean los colegios los responsables de la formación moral de sus alumnos y por eso, cuando los profesores reprenden a los alumnos por obrar mal, se oponen a que los sancionen cuando actúan de manera incorrecta.
Lo que parecemos ignorar los padres de familia es que, en materia de valores, los educadores solo pueden reforzar, no enseñar lo que no se haya cultivado en nuestro hogar. Muchos niños son, con frecuencia, testigos del despotismo, la hipocresía o la injusticia de parte de algunos adultos y de sus padres en sus propios hogares.
La única forma de que los hijos puedan incorporar lo que significa tener un ‘buen corazón’ es al emular las conductas de las personas que ellos más aman y admiran, es decir, de lo que hagan su papá y su mamá. Así, lo importante no es solo hacerles saber qué está bien y qué está mal, sino a que vivan en función de hacer el bien y de evitar el mal.
Les enseñamos a los hijos a ser bondadosos cuando para nosotros es más importante dar que recibir, contribuir que ganar, servir que gozar de una vida llena de derroches y cosechar satisfacciones más que acumular millones.
Quienes le restan importancia a cultivar el buen corazón de los niños bajo la premisa de que “la bondad no es un buen negocio”, posiblemente lo hacen porque tienen que comprar con dinero la admiración que reciben gratis quienes desinteresadamente ayudan a quienes más lo necesitan.
La bondad es la virtud que nos garantiza el auténtico afecto y el auténtico respeto que requieren nuestros hijos para que su vida sea profundamente satisfactoria. (O)