Ser abuela antes de ser mamá
Si me hubiera tocado criar a mis hijos después de haber pasado por la experiencia de ser abuela y no antes, posiblemente los habría disfrutado más y hecho las cosas mejor. Sería ideal haber podido contar con la sabiduría y la claridad que tenemos cuando hemos vivido las consecuencias de la inexperiencia, porque...
Habría dedicado menos esfuerzos a corregir a mis hijos y más tiempo y energías a disfrutar los años en que era la persona más importante del mundo para ellos.
Los habría escuchado con tanto interés como escuchaba los problemas de mis amigas o los chismes en las reuniones sociales.
Les habría permitido que saltaran en la cama o desbarataran su habitación porque estas se pueden reponer si se dañan, pero su infancia transcurre muy rápido y no hay forma de reponerlas.
Le habría dado menos importancia a castigarlos por lo que hicieron mal y más a celebrar sus aciertos y lo que hicieron bien, por pequeños que fueran.
Les habría insistido menos en que cumplieran con las normas de urbanidad y más en que pusieran en práctica los 10 Mandamientos.
Les habría presionado menos a que actuaran bien para que me hicieran quedar bien y me habría concentrado más en acoger y respetar lo que son para que pudieran ser ellos mismos.
Le habría dado más importancia a cultivar su buen corazón que a cultivar ante todo su intelecto y sus capacidades.
Les habría hablado menos sobre las fallas de mis padres y mis suegros y más sobre los buenos recuerdos que tengo de sus abuelos.
Los habría mortificado menos insistiéndoles en que fueran virtuosos, y me habría dedicado más a cultivar en mí las virtudes que esperaba ver en ellos.
Habría pasado menos tiempo acosándolos, reprendiéndolos y señalándoles sus errores, y más disfrutándolos, conversando, acariciándolos y... amándolos.