¡Nuevas expectativas!
La nueva etapa universitaria crea gran expectativa tanto en los jóvenes como en sus padres. Los largos años de educación superior mantienen con frecuencia a muchos miembros de las nuevas generaciones como improductiva económicamente. Los costos de la educación se transforman en una considerable inversión y entonces, se espera de los jóvenes una mayor retribución.
A esto se une el hecho de que las familias son cada vez menos numerosas y esto produce que exista una mayor presión sobre unos pocos para que realicen las ilusiones de los padres, factores que inciden en un mayor número de conflictos entre las generaciones. En pocas palabras, asistimos a una época en que los hijos se pueden constituir en un “bien escaso y caro” de quienes se espera que brinden todo tipo de satisfacciones, entre estas, la realización de los anhelos de sus padres.
Muchas veces sin tomar en cuenta que estos mismos jóvenes están menos preparados para elegir y discernir entre lo que “les gusta” y la retribución económica que les permita ser independientes en su medio. Pues, frente a una amplia oferta de posibilidades de estudio, los jóvenes no siempre saben con claridad qué les gusta o tienen dificultades para priorizar entre sus distintos intereses. A esto se suma una tendencia a hipervalorar “el trabajo fantástico” o una “altísima remuneración” y esto, de forma inmediata.
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En consecuencia, saber elegir es un proceso y los padres pueden mostrarse preocupados de que sus hijos se equivoquen y que tarden demasiado hasta encontrar el delicado balance entre sus intereses y las nacientes obligaciones.
Aun así es necesario recordar que ese delicado balance no se lo encuentra de una sola vez y para siempre. Hay suficiente tiempo en la vida para complementar una elección o profesión inicial. Siempre aparecen nuevas opciones de renovación, sea en el campo del conocimiento o de otras competencias más acordes con los diversos intereses y expectativas en un mundo que cambia aceleradamente y que suceda que, de tiempo en tiempo, cada uno se vuelva a preguntar sobre sus elecciones y que se pueda a lo mejor encontrar algo nuevo o diferente.
Si un primer título universitario es muchas veces un “pasaporte” para iniciarse en el mundo laboral y profesional, las condiciones que cada uno va encontrando permiten afinar los intereses y las nuevas competencias necesarias para concretar las nacientes inclinaciones y proyectos. Esa puesta al día de elecciones previas pueden contar nuevamente con el apoyo de las aulas universitarias la necesaria capacitación para facilitar las nuevas experiencias laborales, o también cabe la posibilidad de encontrar campos de trabajo inéditos que permitan desarrollarse de una manera creativa y apasionante.
Un nuevo camino está por empezar... (O)