¿Pueden algún día desaparecer los exámenes?
Los exámenes son la pesadilla de muchos estudiantes. Representan la única oportunidad de volcar en el papel meses o años de aprendizaje y pueden crear o destruir las perspectivas de una futura carrera.
El problema reside en que tomar un examen en un momento designado por el calendario nunca fue la manera ideal de determinar el nivel de conocimiento. Tal vez ocurra en el día ideal para algunos estudiantes, pero no para otros.
Sin embargo, esto podría no ser así. A medida que la enseñanza se vuelve online ya no tenemos la necesidad de esperar al final de un curso para hacer evaluaciones.
En cambio, hay programas de computadora que pueden evaluar el entendimiento analizando cada clic y tecla presionados por el estudiante durante el proceso de aprendizaje. Entonces, ¿lograremos finalmente deshacernos del temido examen final?
Una mejor opción sería un sistema que les permitiera a los estudiantes avanzar a su propio ritmo mientras asimilan el material, dice Julia Freeland, investigadora de Educación del Clayton Christensen Institute for Disruptive Innovation de San Mateo, en California, EE.UU.
Este sistema se llama “aprendizaje basado en competencias” y requiere un programa educativo hecho a la medida de cada estudiante.
Claramente, puede ser un desafío para los docentes en un aula llena. Sin embargo, si el material se ofrece en internet y el aporte del estudiante se analiza automáticamente por computadora, los estudiantes pueden ser evaluados individualmente, hasta el punto de que el programa pueda identificar cuándo cada alumno da su máximo potencial en un examen.
Basado en competencias
Freeland sostiene que el software de aprendizaje basado en competencias se está usando en escuelas secundarias y universidades en todo Estados Unidos. La escuela secundaria Virtual Learning Academy Charter School del estado de Nuevo Hampshire es un ejemplo. La Western Governors University, una universidad online con sede en Salt Lake City, Utah, comenzó a usar el software de aprendizaje basado en competencias en el 2012. La Arizona State University hizo lo mismo en el 2011.
La idea del software es relativamente sencilla: recoge información sobre la actividad del alumno en un sitio web –con las páginas que visitó y, por ejemplo, si leyó un texto o vio un video– y la combina con datos sobre el desempeño del estudiante en pruebas informales y cuestionarios para establecer en tiempo real su comprensión sobre un tema.
Cuando su entendimiento alcanza un nivel predeterminado, se le presentan conceptos nuevos o se le da la oportunidad de rendir un examen formal.
Desde que esta estrategia de aprendizaje basada en competencias se aplicó en ciertas clases de la Arizona State University, el número de aprobados creció. Philip Regier, el decano del área online de la universidad, dice que tienen planes de hacer “carreras íntegramente adaptativas”.
Algunas empresas llevan a esta tecnología aún más lejos y usan software de inteligencia artificial que modifica todo el tiempo la forma en la que el individuo recibe información nueva. En solo unas semanas, aseguran sus creadores, estos algoritmos pueden incluso identificar a qué hora del día un estudiante está más receptivo a las clases sobre cierta materia.
David Liu, jefe de operaciones de Knewton, una compañía de aprendizaje adaptativo con sede en Nueva York, señala que recién en los últimos años la tecnología ha hecho posible este tipo de educación. Knewton fue fundada hace seis años y el almacenamiento de datos online avanzó tanto que Liu sostiene que la compañía conoce mejor que nadie el gran progreso de sus estudiantes.
Otras compañías hacen afirmaciones similares. Entre los sitios web educacionales más famosos está el de la Khan Academy, que no tiene fines de lucro y su sede está en Mountain View, California. “Podemos decirle al usuario durante todo el proceso y con gran exactitud: Este es tu desempeño ahora mismo”, afirma Jace Kohlmeier, el líder del equipo analítico de la Khan Academy.
Sin embargo, los estudiantes evaluados por Knewton y Khan Academy aún no se han librado de las salas de exámenes. Para que eso suceda deberían cambiar ciertos hábitos muy arraigados en el sistema educativo.
Exámenes son necesarios
En esencia, según Julia Freeland, en países como Estados Unidos los exámenes todavía son necesarios en las escuelas secundarias para evaluar el desempeño. Además, los exámenes de certificación profesional para alumnos en edad secundaria o universitaria siguen siendo una herramienta importante para que los empleadores evalúen a sus candidatos.
Mientras tanto, los algoritmos que usan las compañías como Knewton para evaluar a los estudiantes están en constante mejora y, tal vez, algún día su precisión sea imposible de ignorar.
“Cuando tengamos suficientes estudiantes y datos en nuestro sistema podremos decir qué tan bien le va a un estudiante en una determinada materia con solo unos percentiles de error”, afirma Liu.
También vale mencionar que el software de aprendizaje que se está usando en algunas escuelas y universidades está empezando a emplearse en el mundo de los negocios. “Por ejemplo, Cisco (fabricante de productos de redes informáticas) cuenta con un programa online de capacitación y certificación llamado NetAcad para identificar a candidatos talentosos”, cuenta Freeland. Liu dice que Knewton trabaja con varias compañías –e incluso oficinas gubernamentales– implementando su software educativo más allá del aula de clases.
Este tipo de emprendimientos hacen pensar que el mundo de los negocios podría llegar a apreciar el potencial del software de aprendizaje basado en competencias para identificar el talento. Eso podría retroalimentarse al sistema educativo y desplazar a los exámenes tradicionales. “Después de todo”, dice Freeland, “los empleadores están más que interesados en opinar cómo se debe calificar a los estudiantes”.
Por lo pronto, si usted tiene un examen en el futuro cercano, sería prudente que se pusiera a estudiar.