El filósofo y el gobierno
Estamos acostumbrados a escuchar con gran respeto y reverencia a los llamados “científicos políticos”, como si la política, al igual que las matemáticas o la física, se rigiera por una serie de reglas lógicas y racionales. Si fuese así, no veríamos tanta violencia, miseria, conflictos religiosos extendidos por el mundo. Si la política fuese una ciencia, aunque inexacta, bastaría con aplicar algunas ecuaciones para empujar hacia adelante a la civilización. Estamos cansados de ver que dicha racionalidad es absolutamente irreal. Por eso, cuanto más oye el pueblo hablar de este asunto, más asocia la palabra “política” con negatividad.
Eso es injusto: existe mucha gente bienintencionada, que trata de hacer lo mejor por su país y por su pueblo. Pero el sistema político, tal como vemos hoy en día, ha entrado en un círculo vicioso que puede llevarnos de nuevo a la edad de las tinieblas: un pueblo cansado de ver sus esperanzas frustradas, perdido entre los análisis incomprensibles y contradictorios de los “científicos políticos”, termina buscando un Mesías en lugar de un gobernante, y así es como volvemos a las dictaduras.
¿En qué consiste, a mi modo de ver, la política? En un sistema de valores morales, debatidos libremente por la sociedad, y puestos en práctica no por la fuerza, sino por el sentido común: es mejor obedecer algunas reglas que ver todo a nuestro alrededor transformarse en caos.
Vale la pena recordar algunas de las enseñanzas de Confucio, quien, a partir de su observación y de sus conversaciones con el pueblo, dedicó gran parte de su trabajo a comprender la relación entre gobernantes y gobernados.
Cuando estamos frente a personas dignas, debemos intentar imitarlas. Si estamos frente a personas indignas, debemos mirarnos a nosotros mismos y corregir nuestros errores.
En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza avergüenza.
Los cambios pueden tener lugar despacio; lo importante es que tengan lugar.
El hombre se pasa la vida intentando complicar algo que es simple: las relaciones humanas.
Nunca des una espada a un hombre que no sonríe ni danza.
Estudia el pasado si quieres saber cómo será tu futuro.
Cuando el objetivo de un gobernante parece muy difícil, este no debe cambiarlo, sino buscar un nuevo camino hacia su meta.
El buen líder sabe lo que es verdad; el mal líder sabe qué es lo que vende mejor.
No hay error en admitir que tú solo no puedes mejorar tu condición; para crecer, necesitas aliados para crecer juntos.
Las condiciones necesarias para el bienestar del pueblo son: seriedad, honestidad, generosidad, sinceridad y delicadeza.
Quien escucha comentarios perversos, aunque sea por curiosidad, pronto se convertirá en un hombre perverso.
La virtud no nació para vivir sola. Todo aquel que la practica, termina rodeado de vecinos. (O)