Lo material y espiritual: Abundancia y miseria
“Fortaleces a alguien cuando lo ayudas un poco, pero debilitas a alguien si lo ayudas mucho”.
Usar los dos bolsillos
Un discípulo comentó con el rabino Bounam de Pssiskhe:
–El mundo material parece sofocar el mundo espiritual.
–Tu pantalón tiene dos bolsillos –dijo Bounam. –Escribe en el derecho: el mundo fue creado solo para mí. En el izquierdo, escribe: yo no soy nada más que polvo y cenizas.
–Divide bien tu dinero entre estos dos lugares. Cuando veas la miseria y la injusticia, recuerda que el mundo existe solamente para que puedas manifestar tu bondad, y usa el dinero del bolsillo derecho. Cuando estés tentado de adquirir cosas que no te hacen la menor falta, recuerda lo que está escrito en el bolsillo izquierdo, y piensa varias veces antes de gastarlo. De esta forma, el mundo material nunca sofocará el mundo espiritual.
Cuándo dar y cuándo recibir
Nasrudin paseaba por el mercado cuando un hombre se le acercó.
- Sé que eres un gran maestro sufi –dijo. Esta mañana, mi hijo me pidió dinero para comprar una vaca: ¿debo ayudarlo?
- Esta no es una situación de emergencia. Entonces, aguarda una semana antes de atender el pedido de tu hijo.
- Pero yo estoy en condiciones de ayudarlo ahora, ¿qué diferencia habrá con hacerle esperar una semana?
Una diferencia muy grande –respondió Nasrudin. –Mi experiencia me enseña que las personas solo dan valor a algo cuando tienen la oportunidad de dudar si conseguirán o no lo que desean.
De quién es la culpa
Un matrimonio salió de vacaciones y al volver encontraron la casa asaltada: los ladrones se habían llevado todo.
El marido acusó a la mujer, diciendo que no había colocado las trancas. Ella afirmó que él se había olvidado de cerrar la puerta con llave. Comenzó una larga discusión, hasta que los vecinos llamaron a un padre para serenar los ánimos.
-¡La culpa es de ella, que siempre fue descuidada!
- ¡No, la culpa es de él, que nunca presta atención a lo que hace! –respondió la mujer.
–Un momento –dijo el padre. –Vivimos culpándonos los unos a los otros por cosas que jamás hicimos, y terminamos cargando un fardo que no es nuestro. ¿Es posible que nunca se les haya ocurrido la idea de que los ladrones son los verdaderos culpables del robo?
Fertilizando el campo
El maestro zen encargó al discípulo que cuidase el campo de arroz.
Durante el primer año, el discípulo vigilaba para que nunca faltase el agua necesaria. El arroz creció fuerte y la cosecha fue buena.
El segundo año, él tuvo la idea de añadir un poco de fertilizante. El arroz creció rápidamente y la cosecha fue mayor.
Al tercer año, él colocó más fertilizante. La cosecha fue mayor aún, pero el arroz nació pequeño y sin brillo.
Si sigues aumentando la cantidad de abono, no tendrás nada de valor el próximo año –le dijo el maestro. –Fortaleces a alguien cuando lo ayudas un poco, pero debilitas a alguien si lo ayudas mucho. (O)