Otros significados

Por Paulo Coelho
25 de Marzo de 2018

Hace muchos años, en una pobre aldea china, vivía un campesino con su hijo. Su única posesión material, además de un terreno y una pequeña choza de paja, era un caballo que había heredado de su padre. Un día, el animal escapó, dejando al hombre sin poder labrar la tierra. Sus vecinos –que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia– llegaron a su casa para decir que lamentaban lo ocurrido. Él les dio las gracias y preguntó:

- ¿Cómo se puede saber que lo que ha ocurrido ha sido una desgracia en mi vida? Alguien murmuró a un amigo: “No puede aceptar la realidad, que piense lo que quiera, siempre y cuando él no esté triste por lo que pasó”. Y los vecinos se marcharon, fingiendo estar de acuerdo con lo que habían oído.

Una semana después, el caballo regresó al establo, pero no estaba solo; trajo consigo una yegua. Al oír esto, los aldeanos –que estaban nerviosos, ya que ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado– regresaron a la casa del campesino, con el fin de felicitarle por su buena suerte.

- Ahora tiene dos caballos. ¡Felicitaciones! -dijeron.

- Muchas gracias por su visita y por vuestra solidaridad -respondió el campesino. - Pero ¿cómo puede saber que lo que ha ocurrido ha sido una bendición en mi vida?

Desconcertados, y pensando que debe estar loco, los vecinos se marcharon, y comentaron: “¿Qué hombre, no entiende que Dios le ha enviado un regalo”. Un mes más tarde, el hijo del campesino decidió domesticar la yegua, pero esta se encabritó inesperadamente, el niño se cayó y se rompió la pierna.

Los vecinos regresaron a la casa del campesino trayendo regalos para el niño herido. El alcalde de la localidad ofreció sus condolencias al padre. El hombre les dio las gracias por su visita y su preocupación, pero preguntó:

- ¿Cómo se puede saber que lo que ha ocurrido ha sido una desgracia en mi vida? Todos estaban asombrados, ya que nadie podía dudar de que el accidente de un hijo era una verdadera tragedia. Cuando salieron, comentaron: “Realmente se ha vuelto loco; su único hijo se puede quedar cojo para siempre, y todavía está en duda acerca de que lo ocurrido sea una desgracia”.

Pasaron algunos meses y Japón declaró la guerra a China. Los enviados del emperador viajaron por todo el país en busca de hombres jóvenes saludables para ponerlos al frente de batalla. A su llegada en el pueblo, reclutaron a todos los jóvenes, excepto al hijo del campesino por su pierna rota. Ninguno de los hombres jóvenes regresó con vida. El hijo se recuperó, los dos animales tuvieron crías que fueron vendidas a un buen precio. El campesino visitó a sus vecinos para consolar y ayudarlos, ya que habían sido en todo momento muy atentos.

Moraleja: Cada vez que uno de ellos se quejó, el campesino dijo: “¿Cómo se sabe que es una desgracia?”, y si otro se ponía contento, preguntó: “¿Cómo sabes que es una bendición”. Los hombres entendieron que más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados. (O)

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