Políticamente incorrecto: El lado femenino

Por Paulo Coelho
09 de Octubre de 2016

“Haré lo que esté en mis manos para que no sigas sola –continuó Dios–, pero no puedo prometerte mucho, ya que a ti te di lo mejor, y no debo crear dos cosas iguales”.

Hace dos semanas publiqué aquí una historia políticamente incorrecta, sobre la infelicidad de Adán en el Jardín del Edén y las consecuencias de la creación de la mujer. Una lectora me envió la historia contraria.

Eva y la soledad

Caminaba Eva por los jardines del Paraíso con una expresión bastante deprimida. En ese momento, oyó la voz de Dios, que le preguntaba:

–¿Qué es lo que no va bien?

Eva respondió que no tenía con quién hablar.

Dios, que quería verla contenta, le dijo que podría crear un compañero para ella, al que llamaría “hombre”.

–Haré lo que esté en mis manos para que no sigas sola –continuó Dios–, pero no puedo prometerte mucho, ya que a ti te di lo mejor, y no debo crear dos cosas iguales. Esta nueva criatura será incompleta, ya que tendrá una costilla menos que tú. Mentirá mucho, y cuando se sienta inseguro será arrogante.

–¿Ninguna virtud?

–Estoy pensando. Tal vez, para que no tengas que preocuparte de la alimentación, él será más hábil a la hora de correr tras los animales. Sin embargo, no te extrañe si, antes de podértelos comer, tienes que escuchar sus historias sobre su destreza y coraje.

–Al menos, acabará con la monotonía de este Paraíso,dijo Eva.

–Cierto, pero será muy infantil, y encontrará placer en cosas muy tontas, como pelear y darle puntapiés a una pelota.

–Aun así, todavía es mejor que pasarse el día sola, insistió Eva.

Dios reflexionó por unos instantes y dijo finalmente:

–Está bien. Pero, como además de todo eso será muy vanidoso, tengo que poner una condición.

–¿Y cuál es esta condición?

–Tendrás que dejar que piense que él fue creado primero.

Más sobre la vanidad masculina

Nasrudin se presentó en la corte con un magnífico turbante, pidiendo dinero para caridad.

–¿Cuánto costó esa maravilla que llevas?, preguntó el soberano.

–Quinientas monedas de oro –respondió el sabio sufi.

El ministro susurró: “Mentira. Ningún turbante cuesta eso”.

Nasrudin comentó: Pagué tanto dinero porque sabía que, en todo el mundo, solo un soberano sería capaz de comprarlo por seiscientas monedas, de modo que yo pudiera entregar la diferencia a los pobres.

El sultán, satisfecho, pagó lo que Nasrudin pedía. Al salir, el sabio le comentó al ministro:

–Tú conocerás muy bien el valor de un turbante, pero yo sé hasta dónde puede llevar a un hombre la vanidad.

Más sobre su arrogancia...

Atravesaban el desierto un administrador, un pintor, un poeta y un crítico. Una noche, para matar el tiempo, decidieron describir el camello que los acompañaba.

El administrador entró en la tienda y, en 10 minutos, fue capaz de hacer un relato objetivo sobre la capacidad del animal para superar los mayores obstáculos y pasar días sin beber agua. El poeta también empleó 10 minutos en describir, en bellos versos, su nobleza. El pintor, en trazos rápidos, regaló un hermoso dibujo a sus amigos. Finalmente, el crítico entró en la tienda. Salió dos horas más tarde, cuando todos estaban aburridos de esperar.

–He intentado analizarlo lo mejor que he podido –dijo el crítico–, pero he descubierto muchos errores. No corre. Es incómodo. Es feo.

Dicho eso, tendió a sus amigos un mamotreto de páginas, titulado ‘El camello perfecto, o sobre cómo Dios debería haber hecho al camello’. (O)

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