La ciencia del conflicto y el ‘bullying’
Un factor que propicia el acoso escolar es el aburrimiento de los estudiantes: el desafío del maestro es usar la creatividad para potenciar la capacidad de aprendizaje de sus alumnos.
El acoso escolar siempre ha existido, como puede atestiguar cualquier docente de trayectoria larga. Llegar a eliminarlo parece utópico. El nivel de violencia ha escalado de tal modo que no se lo puede tratar con los mismos recursos de hace dos décadas, cuando no se enfrentaba, entre otras cosas, el consumo de droga y acceso a armas y alta tecnología de hoy, como explica el doctor Jacobo Quintero-Touma, director ejecutivo de la Fundación Conflicto International Consulting Group.
Es cierto que hay personalidades más agresivas que otras, y jóvenes que por el nivel de violencia en el hogar son más agresivos. “Pero también hay estudiantes que se dedican al bullying porque se aburren. Usted no puede seguir trabajando la escuela con la estructura pedagógica del siglo XIX”, dice Quintero, abogado y conflictólogo, que ha trabajado en educación.
Los estudiantes tienen acceso a otras formas de ver el mundo desde que nacieron. La forma más sencilla de darse cuenta es ver la diferencia entre la atención que un niño pone a una serie televisiva sobre la naturaleza y la que pone en la clase de Ciencias Naturales. “Al llegar a la etapa educativa encuentran aburrimiento, porque el docente no está preparado”.
La conflictología, entonces, propone invertir los roles de la escuela para cambiar la manera de enseñar. Cumplir los mínimos de conocimiento es importante, pero hay que enfocarlos de otra manera, que no implica tablets o wifi. ¿Cómo hacer que la clase no sea aburrida? Por ejemplo, reuniendo a los estudiantes por afinidades, en actividades mensuales que giren alrededor de sus intereses, y no limitarlos a grupos por edades. Formar comunidades de aprendizaje.
“El rol del nuevo docente no es saberlo todo, no puede”, plantea Quintero-Touma, pues el conocimiento adquirido se desactualiza constantemente. Pero puede enseñar a reflexionar, puede despertar el deseo de conocer y aprovechar al máximo el tiempo en la escuela, y también el tiempo libre de sus estudiantes.
Una oportunidad de aprender
El acoso escolar o bullying es un tipo de conflicto, y trabajar en él requiere dejar de verlo como una experiencia totalmente negativa, y mirarlo como una herramienta de educación para, desde lo que sucedió, transformar escuela, alumnos y docentes. “Si no lo hacemos así”, dice Quintero-Touma, “fracasamos”.
La ciencia del análisis y resolución de conflictos se propone aquí como la arista que hace falta en el abordaje del acoso escolar, sumada a la pedagogía y la psicología. Quintero-Touma, quien en agosto realizó en Guayaquil el seminario Bullying: estrategias de intervención, explica que previamente se hizo un rápido estudio de casos en Ecuador, y observaron que, desde su visión, las instituciones públicas y privadas no están manejando adecuadamente el tema por varios obstáculos.
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El primero, comenta, es la negación: “Tenemos el problema, no sabemos qué hacer, pero no queremos que nadie se entere de que esto pasa en nuestra institución”.
El segundo es la intervención no eficaz. Se ha visto el problema desde la óptica psicológica y pedagógica, pero sin beneficiarse de la ciencia del conflicto.
Luego está el uso de recursos no adecuados. “Se ha forzado la figura de la mediación para arreglar los problemas de abuso entre los estudiantes. Y esto no es lo más eficaz en estas situaciones”.
Y por último, cita una forma en la que considera que no se puede tratar el acoso escolar: desde lo punitivo (por parte de las instituciones), hasta el contraataque (por parte del acosado). “Sancionar no baja las incidencias de conflicto en el colegio. Ni logra un análisis en el sancionado”.
Prevención e intervención
Lo ideal es, dice Quintero-Touma, que cada institución tenga su sistema interno de resolución de problemas y que los chicos sepan cómo funciona. Muchas de las siguientes estrategias de prevención e intervención se iniciaron hace más de 20 años como ensayos de conflictología aplicada al bullying en países europeos.
-Técnica de proceso circular Movila. Crea círculos de perdón y reconciliación, en los que una persona preparada interviene para sanar la situación conflictiva.
-Técnica de la escuela de Shanti Niketan (Morada de Paz) de Tagore. Los alumnos de cursos superiores apadrinan a los de cursos inferiores, para aprender a detectar el acoso. “Un requisito fundamental para reducir el bullying es ayudar a los chicos a aprender a generar lazos en sus escuelas”.
-Técnica Changing Emotions de Gibran. La educación debe trabajar en las emociones conflictivas de los estudiantes. Estos acercamientos se alían a nuevas tendencias pedagógicas, como la clase invertida, en la lección es un video corto que se ve en casa y la tarea es un taller que se hace en el aula.
-Zonas de Paz Gandhi. Áreas específicas en la escuela, con códigos de conducta construidos por los estudiantes y reconocidos por los maestros, en los que se pueda discutir si es necesario. “Que el poder de resolución salga del control exclusivo de los directivos y vuelva a los actores fundamentales, los estudiantes”.
-Paneles neutrales. Directivos, psicólogos, representantes estudiantiles y de los padres de familia verán el problema desde todos los puntos de vista. La resolución final viene de los estudiantes. (D.V.)
Principios
1. No etiquetar a los estudiantes como agresores-víctimas. “Ambos son nuestros estudiantes. Si usted habla de un alumno como ‘agresor’, falló en su labor docente”. Si trata al otro como ‘víctima’, generará una revictimización. Los dos sufren problemas de autoestima.
2. Leer correctamente cada conflicto para intervenir con el análisis correspondiente, identificando el epicentro antes que el escenario.
3. Diferenciar entre conflictología, pedagogía y psicología.
4. Utilizar fórmulas no violentas para responder a la agresión.
5. Dar a los estudiantes su lugar como actores principales, tomando en cuenta a los terceros. Esta idea surgió del programa Kiva, aplicado en Finlandia.