Peleas entre hermanos

23 de Agosto de 2015

Muchos niños se hacen mejores amigos de sus hermanos, pero también es común que peleen, y que pasen de adorarse a detestarse y viceversa.

A menudo, la rivalidad entre hermanos comienza incluso antes de que nazca el segundo hijo y continúa a medida que los niños crecen y compiten por todo, desde los juguetes hasta la atención. Cuando los niños llegan a diferentes etapas del desarrollo, el cambio en sus necesidades puede tener un efecto importante sobre la manera en que se relacionan.

Existen muchos factores que pueden hacer que los hermanos peleen. La mayoría de los hermanos experimentan cierto grado de celos o competitividad y esto puede provocar riñas y disputas. Pero también hay otros factores que pueden influenciar la frecuencia y la gravedad de las peleas entre los niños.

1. Cambios en las necesidades

Los cambios en las necesidades, ansiedades e identidades de los niños afectan la manera en que se relacionan entre sí. Los preescolares, por naturaleza, suelen ser celosos de sus juguetes y pertenencias y en esta etapa aprenden a afirmar su voluntad. Por ello, si un bebé toma el juguete de un preescolar, es posible que este reaccione de manera agresiva.

Los niños en edad escolar suelen tener un concepto fuerte de la justicia y la equidad, por lo que es posible que no comprendan por qué sus hermanos de otras edades son tratados de otra manera. En la adolescencia se desarrolla el sentido de la individualidad y la independencia, y es posible que no les agrade ayudar en el hogar, cuidar de sus hermanos menores o pasar tiempo con ellos. Estas diferencias pueden influir en la manera en que los niños se pelean.

2. Temperamento

El temperamento incluye el humor, el carácter, la adaptabilidad. La personalidad de sus hijos desempeña un papel muy importante en la manera en que se llevan entre ellos. Por ejemplo, si un niño es tranquilo y el otro se inquieta fácilmente, puede que se peleen a menudo. Del mismo modo, si un niño es muy apegado a sus padres por comodidad y afecto, es posible que sus hermanos le tengan recelo y quieran la misma cantidad de atención.

3. Necesidades especiales

A veces, las necesidades especiales de un niño debidas a una enfermedad o a problemas de aprendizaje o emocionales requieren más tiempo de los padres. Otros niños pueden notar esta diferencia y comportarse mal para llamar la atención o por miedo a lo que le sucede al otro niño.

4. Modelos.

La forma en que los padres resuelven los problemas da un fuerte ejemplo a los niños. Por ello, si usted y su cónyuge solucionan los conflictos de manera respetuosa, productiva y no agresiva, hay más probabilidades de que sus hijos adopten esas tácticas al afrontar los problemas que surjan entre ellos. Si sus hijos ven que sus padres gritan, dan portazos y discuten en voz muy alta cuando tienen problemas, es probable que adquieran esos malos hábitos ellos mismos.

Qué hacer cuando pelean

Siempre que sea posible, no se involucre. Hágalo solo si hay peligro de daños físicos. Si usted siempre interviene, corre el riesgo de crear otros problemas. Es posible que los niños comiencen a esperar su ayuda y que venga a rescatarlos en lugar de aprender a solucionar los problemas por sí mismos.

También corre el riesgo de, involuntariamente, dar la impresión a un hijo de que otro hijo siempre es “protegido”, lo que puede generar aún más resentimiento. Del mismo modo, los niños que son rescatados pueden sentir que logran salirse con la suya más seguido porque sus padres siempre los “salvan”.

Si le preocupa el lenguaje o los insultos, es adecuado entrenar a los niños para que procesen lo que están sintiendo con palabras apropiadas. Esto es diferente de intervenir o involucrarse.

¿Cómo reacciona cuando sus hijos pelean? Coméntenos

En caso de peleas con golpes

Separe a los niños hasta que se tranquilicen. A veces, es mejor darles privacidad durante un tiempo y no volver sobre el conflicto inmediatamente. De lo contrario, la pelea puede reavivarse. Si quiere que esta ocasión sea una experiencia de aprendizaje, espere hasta que las emociones se hayan apaciguado.

No se enfoque demasiado en descubrir cuál de los niños tuvo la culpa. Las peleas involucran a dos personas, por lo que cualquier persona que haya participado tiene parte de la responsabilidad.

Posteriormente, intente establecer una situación beneficiosa para todos, en la que ambos niños ganen algo. Cuando ambos quieren el mismo juguete, quizás puedan jugar a algo juntos en cambio.

Recuerde que, cuando los niños solucionan disputas, también aprenden habilidades importantes que les servirán para la vida, por ejemplo, cómo valorar la perspectiva de otra persona, cómo negociar y llegar a un acuerdo y cómo controlar los impulsos agresivos.

Ayudar a que se lleven bien

Establezca reglas básicas de comportamiento aceptable. Diga a los niños que no pueden pegarse y que no está permitido insultar, gritar ni dar portazos. Pídales su opinión sobre las reglas y también sobre las consecuencias de no cumplirlas. Esto les enseña que son responsables de sus propias acciones, independientemente de la situación o de que se sintieran provocados, y previene cualquier intento de negociación sobre quién tenía la “razón” y quién estaba “equivocado”.

No permita que los niños lo convenzan de que todo siempre debe ser “justo” y “equitativo”. A veces, un niño necesita más que otro. Sea proactivo y atienda individualmente los intereses y las necesidades de sus hijos. Por ejemplo, si uno de ellos quiere salir al aire libre, den un paseo o vayan al parque. Si otro de sus hijos desea sentarse y leer, dedique tiempo a eso también.

Asegúrese de que los niños tengan su propio espacio y tiempo para hacer sus cosas, usar solos los juguetes, jugar con amigos sin que un hermano los siga a todas partes o disfrutar de actividades sin tener que compartir 50-50.

Diviértanse como familia. Ya sea viendo una película, lanzando una pelota o jugando un juego de mesa, está estableciendo una manera pacífica en que sus hijos pueden pasar tiempo juntos y relacionarse.

Si sus hijos suelen pelearse por las mismas cosas (por ejemplo, videojuegos o el control remoto), publique un horario que muestre cuál de los niños tiene “derecho” a ese objeto en determinados horarios durante la semana. (Pero, si siguen peleando por el mismo motivo, retire el “premio” completamente).

Si las peleas suceden con frecuencia, organice reuniones familiares semanales en las cuales se repitan las reglas y se recuerden las ocasiones en que los conflictos se resolvieron de manera exitosa. Considere la posibilidad de establecer un programa en el cual los niños ganen puntos para una actividad divertida familiar cuando se esfuercen juntos para dejar de pelear.

Tenga en cuenta que a veces los niños pelean para atraer la atención de los padres. En ese caso, considere tomarse un recreo. Cuando usted se retire, se habrá ido lo que los incentivaba a pelear. Además, cuando esté perdiendo la paciencia, considere entregar las riendas al otro padre, que posiblemente tenga más paciencia en ese momento. (F)

Fuente: KidsHealth.org

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