Corazón contento
Pregunta suelta: ¿Tienes abuelito? Corre, no dejes pasar la oportunidad de enriquecerte junto a ese regalo de vida que son los abuelos. Por el paso de sus años, la vida y su experiencia, cada uno es una enciclopedia viviente. Entonces, a su lado y con su conversación, te vas a llenar de conocimientos, estoy segura de que te sorprenderás más de una vez con algunas de sus revelaciones.
Pregúntale cómo se llamaba la niña que más le gustaba. Pídele que te cuente cómo se le declaró a su primera enamorada. Pero ¡cuidado!… que no te escuche la ‘abu’. Ya sabes, tenemos que aprender a ser cómplices en algunas confidencias, pero sin herir a nadie. La primera norma de buena educación dice que “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”.
Hoy vas a ir con tu corazón armado, pero de alegría, sin poses y sin máscaras, a entregarle a ese ser que fabricó a tu papá o a tu mamá, lo mejor de ti: tu generosa disposición, sin tiempo y con paciencia. Deja a un lado las redes sociales y aliméntate con eso que no tiene valor, la experiencia de los mayores.
¿Que por qué tienes que hacerlo? Es una magnífica oportunidad para reencontrarse consigo mismo. Cualquier tema que el abuelo aborde siempre será sustancioso y te llegará como una lección de vida. No discutas, no es el momento de presentar objeciones. Los niños educados escuchan, analizan y cuando necesitan aclarar dudas acuden a la mejor fuente: sus padres.
No hay necesidad de presentar en la mesa ancas de rana o carne de kobe para que la reunión sea en grande. Un rico pollito del súper, aderezado con tu especial cariño, puede ser el mejor alimento culinario del día. Pero no olvides que en la mesa siempre debe haber servilletas y una jarra con agua.
Aunque estés con mucha hambre debes cuidar la cantidad de comida que pones en tu plato y, sobre todo, procura mantener un ritmo calmado al llevarte los alimentos a la boca, que no parezcas desaforado; claro, que no sea como una procesión de tortugas ni tampoco como una competencia de liebres. Sé cuidadoso.
Y si tienes un hermanito menor, ayúdale recordándole que a la mesa llegamos bien vestidos y bien peinados, son las normas básicas de urbanidad.
Disfruta de este día familiar. Deja a un lado la tableta, permite que tus sentimientos fluyan, que tu papá escuche claramente cuánto lo quieres. Lograrás que todos tengan el corazón contento. (O)