Despedir el año
Esta fecha nos invita a hacer una reflexión sobre todo lo visible e invisible que nos tocó vivir este año. El calendario gregoriano marca el fin de un ciclo que, dependiendo del color del cristal con que se mire, va a permitir que la balanza se incline según los niveles de optimismo y esperanza que nos hacen escoger caminos, colores y sabores gratificantes y alentadores.
Como nos enseña san Francisco de Asís: “Debemos imitar a las abejas: separar las distintas cosas que hemos aprendido en diversos momentos, y después, con atención, ingenio y mente, reunir ese aprendizaje en un todo armónico”.
A nivel exterior y social, nos vestimos de fiesta y la alegría de los colores de temporada están a vista de todos: si se va a Río de Janeiro, lleve su traje blanco; si va a recibir el año en un crucero, busque su vestido dorado; si viaja a Panamá, vístase de rojo y si se queda en el inigualable ambiente de su casa, con los suyos, solo necesita calor familiar y una cálida sonrisa.
• A usted como anfitrión le corresponde ubicar a sus invitados. Un buen anfitrión concede lugares de honor a sus padres, suegros, hermanos mayores e invitados especiales.
• Cuando se trata de bufé, cada quien se sirve, pero primero se hace pasar a la mesa a los mayores. Es signo de respeto. Recuerde, se enseña con el ejemplo.
• En calidad de invitado, espere que le digan cuál es su lugar en la mesa.
• Coma todo lo que le ofrezcan pero sea muy cauto con la bebida. Si bebe dos tragos en menos de una hora, su pobre higadito no tendrá capacidad para procesar tanto alcohol.
• No pregunte por qué le dan la bendición a las doce de la noche, las madres a sus hijos. Las de ochocientos años o las de veinticinco. Somos iguales.
• Si no profesa la fe cristiana, guarde respetuoso silencio al momento de las oraciones antes de la cena.
• Claro que si está frente a una mesa copiosa, llena de atractivas y suculentas preparaciones que le hacen bailar los ojitos y que como suele planificar mi amigo Iván: “Voy a repetir”, puede decir, pero en chiqui, la siguiente recitación: “Comamos y bebamos todo lo que podamos; pero si alguien más ha de venir, que Dios con su infinito poder le quite las ganas de comer”.
Besos, abrazos, el brindis de rigor y ¡que viva la alegría de recibir este nuevo tiempo! (O)