En el Día de la mujer
Después de un fuerte oleaje patriarcal nos vienen a decir que “la mujer es el todo en esta vida”, que somos “la creación más sublime que Dios pudo crear”, que somos “inspiración y guía para muchos” y que aunque somos “complicadas” nos quieren porque somos “apasionadas, inteligentes y lindas…”.
Suena bonito, sí. Pero ¿solamente eso somos?
Y ¿dónde se quedó la mujer-madre-trabajadora-luchadora, la que saca adelante a sus hijos cruzando el mar de la vida, con todas las tormentas y tempestades, sin la ayuda del compañero infiel?
Dicen que hay un conocimiento intuitivo en nosotras, por eso se escucha con frecuencia que tenemos el “sexto sentido”, entonces me comienzo a preguntar si eso de la memoria celular ¿tendrá algo de cierto?
Aquí no hay lugar para disquisiciones conceptuales, solamente hay un lugar de honor y es el que todo caballero concede a las damas con las que se encuentra, convive, trabaja o corteja.
• Un caballero jamás hace un reclamo en público a su pareja.
• En una reunión, social o laboral, es el caballero quien ofrece la pauta para que las damas tomen asiento. Él no debe sentarse primero.
• Pero sí es el primero en ponerse de pie cuando se trata de saludar a una dama, sea en ambiente de trabajo o a nivel social.
• No está obligado a abrir la puerta para que su compañera de trabajo ingrese al mismo espacio, pero si se precia de ser cortés, debiera hacerlo.
• No entra fumando a una oficina que no es la suya, ni bota colillas por la ventana del carro.
• Para fumar en una casa ajena, debe esperar que el anfitrión lo haga. Recuerde: nunca se fuma durante la comida. Espere hasta el momento del café.
• Si alguna vez está compartiendo con una ministra o presidenta de una nación, como es el caso de las presidentas de Chile o Brasil, la dignidad de sus respectivos cargos es la que prevalece, por lo tanto, son sus respectivas normas protocolarias las que debe considerar. Consulte previamente con el encargado de protocolo.
• Para su mamá, esposa, hijas, secretaria, compañeras de labores, profesoras, tías o abuelas, siempre será oportuno un buqué.
Un beso de luz para todas las hermanas, madres, maestras, ancestros genéticos, visibles o invisibles, estén donde estén, entre las estrellas o en cualquier galaxia, pero que han movido nuestras vidas. En nombre de todas ellas, en este 8 de marzo, alzo mi copa y digo: ¡Salud! (O)