Especial para zurdos
En tiempos pretéritos las abuelitas les daban tas-tas a los niños que escribían con la mano izquierda. Algunos profesores dejaban en las pequeñas manitos marcas de las reglas con las que los presionaban para que desarrollaran motricidad con la otra mano, sin reparar en que ser zurdos no es una elección ni tampoco decisión personal; esto tiene como muchas otras situaciones naturales, una determinación genética.
No se sienta extraño ni deje de asistir a las invitaciones que le llegan porque no está seguro de manipular el cuchillo o alzar la copa.
Es verdad, mientras el zurdo realiza movimientos con la mano izquierda, el diestro lo hace con la derecha y es cuando se produce un choque de codos, que puede incomodar a quien no sabe lo que está pasando.
Usted tiene dos opciones: puede mover discretamente el vaso y/o las copas hacia el lado izquierdo y cambiar de posición los cubiertos.
No hay que hacer comentarios sobre el particular, simplemente hágalo y siéntase cómodo.
En la etiqueta social, ser zurdo no tiene por qué inhibir a nadie. Son aspectos irrelevantes, sin mayor trascendencia para los compañeros de mesa.
¿Tiene una pareja que también es zurda? Qué bueno, ahora sabe que tienen algo más que compartir.
Para los padres de niños que ya despuntan como zurdos les recomiendo entrenamiento en casa, a diario, de manera que ellos se sientan confiados y seguros al llevarse la cucharada de sopa o cortar la carne con su mano izquierda. Nunca sabremos si alguna vez va a compartir la mesa con el presidente Obama, que también es zurdo.
Cuando vaya a matricular a su hijo, pregunte en la escuela si hay pupitres para zurdos.
Los especialistas dicen que los zurdos tienen mayores niveles de creatividad y que se desempeñan con mejor habilidad en el deporte, la música y otras manifestaciones artísticas, incluyendo la arquitectura. Recomiendan que al llegar a los cincuenta años de vida se debe activar el trabajo simultáneo de los dos hemisferios cerebrales. Algo así como “a la vejez, viruelas”, esto es para que no nos visite el señor Alzheimer, ni el otro… ¿Cómo se llama el otro? ¡Ah!, ya me acordé: Franco Deterioro. (O)