Expresiones de hoy
“Oye loco... Esta man me tiene cabrini. ¿Qué pasa, mi broder? Es que anda que me basurea...”. Trataba de descifrar las cuitas de esos dos jovencitos, mientras intentaba dar el primer mordisco a un apetitoso sándwich cubano, cuando pasó Aldo; al detenerse me hizo reflexionar en la notable diferencia de expresiones.
Mientras Aldo me saludaba con elegancia y corrección, el lenguaje de los otros jovencitos seguía salpicado de palabrotas y calificativos denigrantes. Era inevitable, no podía dejar de escucharlos; las sillas de ellos y la mía compartían el mismo metro cuadrado en el patio de comidas del centro comercial. Y fue eso precisamente lo que me hizo, una vez más, reconocer la importancia de las palabras. Aquí no se trataba de modular la voz ni de las variantes de pronunciación. Aquí se estaba reflejando la cultura, mucho de sensibilidad, una buena dosis de inteligencia y, sobre todo, la buena educación.
Es verdad que no hay nada más dinámico que el lenguaje, si no, veamos cómo está escrita nuestra Acta de Independencia para aceptar los cambios, según las épocas.
El lenguaje no se transmite solamente por la oralidad, también por la indumentaria, que además de revelar la personalidad identifica actividades y profesiones: médicos, banqueros, arquitectos, cocineros, enfermeros, técnicos en belleza o creativos publicitarios.
Y claro, ese vehículo indiscutible de la comunicación que es la voz, es lo que más debemos cuidar para expresarnos apropiadamente, pero con naturalidad. No confundir jerga con argot. Tampoco caer en pleonasmos como: “subir arriba” o “yo personalmente pienso...”.
El lenguaje es la mejor forma de transmitir pensamientos, formación, gustos, cortesía y, sobre todo, el valor del respeto.
Un simple “gracias” o un cordial “por favor” son la clave para muchos logros afortunados.
En la convivencia diaria, en el trabajo o en familia, entre compañeros o con los superiores, las palabras amables siempre van a tender un puente de comunicación agradable.
El lenguaje puede ser técnico o coloquial, político o profesional, pero siempre matizado con palabras que demuestren tacto y educación.
Frases positivas y que no lastimen a nadie siempre van a tener como resultado apoyo y cooperación.
En relaciones humanas se considera “un pecado” hablar mal de una persona que no esté presente. Se deben evitar las comparaciones con otras etnias, grupos raciales, políticos o religiosos. El desacuerdo es casi inevitable. Y todo esto, sin contar con la afición al fútbol.
Un lenguaje cortés refuerza la posición del líder. Muchas veces, el corazón también habla.
Son solo unas pocas pinceladas que le darán calidad a su vida. ¿Estamos de acuerdo? ¡Bacán!